Es decepcionante tener que admitir que en el Paraguay no tenemos memoria ni aprendemos las lecciones que nos han dejado las repetidas crisis. El nuestro, ha sido el único país de América Latina que, tras la pandemia del covid-19 ha vuelto a votar por el mismo partido que gestionó aquella grave crisis, vale decir por el oficialismo, esto de acuerdo con los datos del Latinobarómetro 2023.
Tampoco tenemos memoria ni los ciudadanos ni las autoridades de los terribles momentos que hemos vivido como sociedad con hospitales colapsados, personas que morían en los pasillos, servicios desbordados y enfermos atendidos en los pasillos, con los familiares acampando en los alrededores para estar atentos si faltaba oxígeno o medicinas. Esto fue la pandemia, una crisis que costó la vida de casi 20.000 personas. Pese a esto, hemos olvidado los buenos hábitos que fueron tan importantes durante la pandemia por coronavirus.
Respecto al dengue sucede el mismo fenómeno. El dengue en Paraguay es endémico, esto significa que circula durante todo el año. Sin embargo, cada temporada y cuando anuncian altas temperaturas, humedad y lluvias, llegan las mismas advertencias y proclaman la misma preocupación de cada año. Lamentablemente, las advertencias llegan tarde. Hace más de una década circulaban los serotipos 4 y 2. La realidad hoy es casi la misma, excepto que las autoridades advierten que estamos frente a una potencia y grave epidemia ante la posible llegada del DEN 3, que circula en el Brasil, y que nos afectaría gravemente porque hace más de 20 años ese serotipo no circula en Paraguay. Ese serotipo llegará al país de la mano de los veraneantes que cada año viajan a las playas de aquel país.
Llevamos más de tres décadas hablando del dengue, pero en cada temporada seguimos repitiendo los mismos errores. Sin duda, debemos considerar los fundamentales problemas estructurales que tenemos como país: El crecimiento desordenado de la población porque precisamente nuestras ciudades han ido creciendo en forma absolutamente desordenada; esto supone problemas con cuestiones delicadas como la provisión de agua y la disposición de los residuos. Asimismo es una constante, la queja tanto por parte de los vecinos como desde las municipalidades, respecto a la limpieza de los terrenos baldíos y su mantenimiento, así como también el control de patios, jardines y piscinas en las viviendas, espacios que son propicios para la reproducción del Aedes aegypti.
Queda meridianamente claro que sobre estos problemas estructurales Salud Pública poco puede hacer, directamente. Sin embargo, al ser la máxima y más importante autoridad en la materia, sin dudas tiene la obligación de hacer un monitoreo y un seguimiento de estas cuestiones durante los 356 días del año, y no convocar a mesas de crisis cuando el problema grave ya está instalado.
Salud Pública no solo debe liderar el trabajo conjunto con todas las instituciones del Estado, tanto del gobierno central como las municipalidades y gobernaciones, instancias que además de contar con recursos deberían –en teoría– estar más cerca de los vecinos. Y, por sobre todo, Salud debe formular políticas públicas, que son los planes y los delineamientos que planifica un Estado a mediano y largo plazo, para evitar y solucionar los problemas o para satisfacer las necesidades de la población.
Es inaceptable que cada año intenten culpar a la población por la proliferación de mosquitos. Las autoridades tienen la responsabilidad de enfatizar sus campañas de educación y prevención durante todo el año y pedir a la sociedad su colaboración. Debemos sobre todo recuperar la memoria y volver a los hábitos saludables que ayuden a evitar nuevas crisis en el sistema de salud.