19 dic. 2024

Prepararnos para celebrar la gran fiesta de Caacupé

Después de dos años retorna el gran encuentro de los católicos en la festividad de la Virgen de Caacupé, con el inicio del novenario. Los creyentes y la sociedad en general precisan retomar la antigua tradición que se vio interrumpida por la pandemia del Covid-19. Las heridas que dejó la grave crisis sanitaria no están sanadas, como tampoco hemos superado las secuelas que dejó a nivel social, político y económico. Más que nunca hoy se hace necesario escuchar la voz de la Iglesia denunciando los males que aquejan al Paraguay.

Las celebraciones en torno a Caacupé son la mayor fiesta de los católicos en el Paraguay. La tradición arranca con el inicio del novenario y alcanza su momento más relevante el 8 de diciembre, cuando miles de fieles acuden a la Basílica Menor a escuchar el mensaje de los obispos. Caacupé ha sido, y sigue siendo, el sitio a donde acude el pueblo a compartir sus pesares, y es al mismo tiempo la más importante tribuna desde la cual los obispos alzan sus voces para reclamar las diversas situaciones que afectan al país.

Este año, el novenario en honor a la Virgen de Caacupé se inició con duras críticas a la corrupción, las divisiones, injusticias, violencia, narcotráfico y muchas otras situaciones que afectan al país. Pedro Collar Noguera, obispo de la Diócesis de San Juan Bautista, en su homilía del primer día del novenario, se refirió a la corrupción generalizada, las injusticias, los maltratos, la violencia, el narcotráfico, la trata de personas y los abusos de poder, entre muchas otras situaciones que vive el país. El religioso instó a la participación y al involucramiento en el ámbito social y público de los laicos, particularmente de los jóvenes, y resaltó que son esenciales para la construcción de un país más justo y honesto.

Collar tuvo asimismo duros reproches hacia la clase política, señalando que si hay grandeza política en momentos difíciles se obra con principios y pensando en el bien común a largo plazo; sin embargo, “al poder político le cuesta mucho asumir este deber y más aún en un proyecto común para la comunidad presente y futura”.

Resulta difícil olvidar las imágenes de hace dos años, con una plaza vacía, en medio de una crisis mundial que hizo tambalear a la humanidad. La homilía aquel 8 de diciembre se transmitió al Paraguay y al mundo gracias a la tecnología, y en su momento aportó alivio en medio de la catastrófica situación sanitaria, la crisis de un sistema de salud colapsado mientras en los hogares se lloraban las pérdidas de valiosas vidas.

En el primer día del novenario, el obispo Collar animó también a los feligreses a caminar juntos como familia, comunidad, como parroquia y como país, y dijo que es importante “comenzar a interesarnos más los unos en los otros y tratar de cultivar la cercanía entre nosotros”.

Sobre este punto, en el mensaje de la Conferencia Episcopal Paraguay (CEP), emitido a principios del mes de noviembre, habían manifestado su dolor e indignación por la situación de la tierra y los territorios de los pueblos indígenas y asentamientos campesinos. “No es posible continuar permitiendo la acumulación de tantas extensiones de tierras en manos de unos pocos y despojar a una gran mayoría de la posibilidad de soñar y desarrollar una vida digna sobre tierras aseguradas legalmente”, expresaban en el documento; y también se preguntaban: “¿Por qué algunos consiguen que el aparato estatal esté siempre a su servicio atropellando vidas ajenas y de inocentes y otros tantos que nunca son escuchados en sus reclamos urgentes pidiendo justicia?”.

Confiamos asimismo que una vez más desde el púlpito se podrá transmitir un necesario mensaje para el país, y, en particular, para su clase dirigente sobre el delicado momento político que vivimos. Como bien expresaron en su mensaje los obispos, es el momento de elegir a personas idóneas, con trayectorias probadas de honestidad y servicio a la comunidad y al país. “Es la hora de tener un juicio crítico sobre las lluvias de promesas y sobre los negocios turbios que suelen plagar nuestras elecciones. El voto es un sí a una cierta visión del país, y ahí debemos hacer conocer los valores que nos inspira la fe, y un no a la corrupción, a la mentira, a la violencia”.

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