Las pequeñas crías de ojos azules -Héctor, Pascha y Zeus- nacieron el pasado 7 de mayo con un kilo de peso en el Zoológico Blanco de Kernhof, situado a unos cien kilómetros al oeste de Viena.
“Ahora pesan entre 3,5 y 3,9 kilos y se encuentran perfectamente”, explica a Efe Herbert Eder, director y dueño del zoo, que además de los cachorros cuenta con otros tres ejemplares adultos.
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La actividad de los pequeños tigres se limita, por el momento, a alimentarse, dormir y jugar. En un año, los cachorros pesarán unos 70 kilos y un ejemplar macho adulto puede llegar a unos 200 kilos.
El periodo de gestación de los tigres blancos es de aproximadamente 110 días y los recién nacidos se alimentan de leche materna durante los dos primeros meses.
El característico color de estos felinos se debe a una mutación genética del tigre de Bengala, que resulta muy rara en la naturaleza, aunque sí existen unos pocos cientos de ejemplares en cautividad en distintos zoológicos del mundo.
Según cálculos de la organización conservacionista WWF, quedan unos 2.500 tigres de Bengala en libertad en la naturaleza, la mayoría en la India.
Este tipo de tigres es la principal atracción del Zoológico Blanco, en el que nacieron una treintena de cachorros en los últimos ocho años, de dos madres distintas.
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Este zoo es uno de los centros de conservación más exitosos en todo el mundo en la reproducción de este tipo de tigres, según sostiene su director.
La mayoría de esta descendencia se encuentra repartida por distintos centros de varios países, como Corea del Sur, Alemania, Suiza o República Checa, después de haber sido donados o intercambiados por otros ejemplares.
Este zoo cuenta con un amplio espacio especialmente acondicionado para los felinos, y los visitantes pueden apreciarlos desde un lugar sin obstáculos físicos como rejas o vidrios.