La actitud de burla con que el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, respondió a un requerimiento periodístico sobre el significado del 2 y 3 de febrero, que recuerda el fin de la larga dictadura stronista, causó indignación en un gran sector de la ciudadanía, especialmente entre los sobrevivientes y familiares de víctimas de asesinados, torturados, desaparecidos y perseguidos políticos.
En medio de una carcajada, el presidente contestó que la fecha significaba, en realidad, el aniversario de Ciudad del Este y que él estaría en esa oportunidad participando de los actos en la localidad fronteriza.Podría ser comprensible que el actual mandatario no quiera referirse a la conmemoración del fin del stronismo, probablemente por ser hijo de Mario Abdo Benítez, una de las figuras emblemáticas de aquel régimen, quien fue secretario privado del dictador e integrante del llamado Cuatrinomio de Oro, un equipo político de altos jerarcas que intentaban perpetuar el modelo autoritario, hasta que el golpe militar del 2 y 3 de febrero puso fin a sus ambiciones.
Sin embargo, su negación de un hecho histórico crucial para la historia del Paraguay, en la actual era democrática, contribuye muy poco a la necesaria construcción y preservación de la memoria ciudadana. La actitud y el ejemplo que asume el presidente Abdo resultan aún mucho más nocivos cuando un gran sector de la población todavía intenta negar o busca manipular los informes sobre los crímenes del régimen stronista, a pesar de las montañas de documentos que se han encontrado, elaborados por los propios represores de la dictadura stronista testimoniando los crímenes de lesa humanidad que han cometido y que se guardan en el llamado Archivo del Terror, en el Museo de la Justicia.
“Un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”, dice un antiguo refrán. Es llamativo que el Ministerio de Educación y Ciencias se haya negado, hasta ahora, a cumplir con una de las principales recomendaciones de la Comisión Verdad y Justicia, impartidas en el 2008, cuando solicitó que la asignatura “Autoritarismo en la historia reciente del Paraguay” se imparta en todos los establecimientos educativos del país y se incluya en los textos escolares una versión pedagógica resumida de dicha asignatura.
Hasta ahora, el Estado paraguayo todavía se niega a que los niños y adolescentes estudien y aprendan sobre los hechos históricos que tienen que ver con la dictadura de Stroessner.A tres décadas de la caída de la dictadura, urge avanzar en la educación de valores democráticos. Es un desafío que todo mandatario debe entender y asumir en esta era de institucionalidad republicana, más allá de los nexos familiares, afectivos o ideológicos que puedan existir con quienes han sido parte de un régimen totalitario felizmente derrocado.