El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, desató las críticas y la preocupación de la comunidad internacional al abogar por la legalización de la minería en la Amazonia, un territorio protegido donde cada vez son más frecuentes las invasiones de mineros ilegales.
El mandatario brasileño decidió elevar el tono de sus discursos después del asesinato de un líder de la etnia indígena waiapi, cuyas causas están siendo investigadas, aunque los primeros indicios descarten una invasión de trabajadores de la minería ilegal, como se especuló. A raíz de este episodio, las ONG y la ONU volvieron a mostrar su preocupación por la preservación del pulmón del planeta, tal y como varias democracias occidentales, como Francia y Alemania.
La devastación de la selva amazónica brasileña escaló 88,4% en junio, según las estimativas divulgadas recientemente por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), datos que fueron cuestionados por el propio mandatario. El presidente contraatacó al denunciar la injerencia de los países europeos en la política medioambiental brasileña y al recordar que la “Amazonía es del pueblo brasileño. Brasil es nuestro, la Amazonia es nuestra”, aclaró el jefe de Estado.
Dispuesto a mantener el control sobre el bosque tropical más grande del planeta, Bolsonaro abogó por legalizar la minería en la Amazonia para explorar económicamente la zona y culpó a las reservas indígenas de impedir el progreso en un país que vive de las materias primas.
Según las ONG medioambientales, las palabras de Bolsonaro dieron aliento a diversos grupos de madereros y garimpeiros ilegales para invadir tierras indígenas e incentivaron la violencia en la región amazónica. EFE