Un verborrágico y singular diputado de Caaguazú se lanzó con todo contra la ministra de Obras Públicas a la que calificó que lo más notorio que realizó hasta la fecha fue sacarse infantilmente varias selfies al día mientras los accidentes ruteros alcanzan dijo más de 100 al mes. Los entendidos interpretaron que no está “habilitando” que los peajeros de la Patrulla Caminera recauden los fondos que luego son repartidos entre las autoridades locales. La subida de presión no está con relación a los intereses de la gente ni en el incremento de la seguridad en rutas, sino en que necesitan recaudar más para mantener a la tropa contenta. Pasa en todos los ministerios y en el Congreso que ya ha perdido todas las maneras más básicas de comportamiento.
Presionados socialmente por los seguros médicos vips y los cinco millones de combustibles han decidido incrementarse las dietas de 32 a 37 millones de guaraníes mensuales con lo que incluirán ambos rubros. No tienen límites en eso y con la mayoría que ostentan pueden exhibirse ante sus mandantes sin ningún pudor.
La marcha ciudadana recogió mucho de los malestares sociales que van desde la falta de justicia, la debilidad de las instituciones y hasta la pobre calidad de los servicios. La gente se muere realmente en este país por falta de atención médica y mendiga por sus derechos todo porque se roban más de 1.600 millones de dólares al año del presupuesto. Con eso, se resuelven los problemas de educación y de salud en este país. Claro, para eso hay que dejar de robar. No lo dejarán de hacer mientras la presión ciudadana no sea constante y permanente. La marcha cívica fue un ejercicio para mover a la ciudadanía de su apatía cómplice que es usada para justificar todas las injusticias. Si al pueblo no le duele o no manifiesta su dolor no habrá presión y por lo tanto el sistema nunca se descompensará. Desde afuera miran con escepticismo las ventajas comparativas del país cuando ven que la gobernanza es bicéfala, el presidente muestra problemas de salud a los 46 años y su médica le dice lo peor: Que reduzca viajes y se saque menos fotos de ocasión. Para Peña eso es toda la Presidencia de la República y con el pico de presión que padeció en Brasil es como sacarle el chupete al niño. Llorará y eso de nuevo lo descompensará. La mayor presión viene de la mano de las necesidades insatisfechas que el INE dio a conocer en la semana y que muestra que casi el 30% de los paraguayos viven en esas condiciones. No hemos escuchado una sola política pública anunciada en ese sentido mientras el ministro de la Vivienda inauguraba la casa número 6.000 del año cuando habían prometido en campaña 10.000. BCP no cuenta el aumento de la carne en un 30% y dice que el mes pasado no hubo inflación. Mientras se mientan no se quejen de la presión que se viene. El Gobierno de Peña es un mal paciente. No reacciona a los problemas internos, a lo que crece afuera y a lo que le viene del exterior. Todo eso no se arregla huyendo del país porque donde fuera le seguirán los problemas y lo presionarán hasta acabar internado en un hospital. Claramente, un nuevo dilema de Hamlet en la vida de Peña.