El artículo, titulado Un sueño destrozado en surfside y publicado en la revista The New Yorker, recoge la angustia de sus familiares tras el derrumbe de las torres, el sueño de Leidy Luna Villalba de ayudar a su familia y construirles una casa a sus padres y hasta su despedida final, cuando llegó a su ciudad natal, donde amigos, compañeros y vecinos la despidieron en medio de lágrimas.
La publicación describe la situación económica humilde de Leidy Luna, quien dejó su casa de techos de paja y de madera para trabajar como niñera para la hermana de la primera dama de Paraguay en la capital del país.
Lea más: Paraguayas en Miami inician recaudación para cumplir el sueño de Leidy Luna
Asimismo, señala que era la primera vez que Leidy viajaba en avión y daba un vistazo al océano, mientras planeaba usar sus ganancias para pagas sus estudios y contribuir con los gastos de su familia.
También indica que la joven compartió fotos de su llegada con sus familiares el día anterior al derrumbe, para contarles que se encontraba bien y que el calor y la humedad en Florida no se parecían a nada que ella hubiera experimentado.
Tras ocho horas de viaje, la joven fue a la playa con los hijos de Sophia López Moreira y Luis Pettengill. aunque prefirió solo nadar en la piscina, ya que la corriente parecía demasiado fuerte, para posteriormente acostarse temprano a descansar. Horas después, el edificio se vino abajo, dejando una enorme cantidad de víctimas fatales y desaparecidos, entre ellas, Leidy, el matrimonio López-Pettengill y sus tres hijos menores.
Entérese más: Emotiva despedida a Leidy Luna en el cementerio de Guairá
En la mañana del 24 de junio, el hermano mayor de Leidy, Diego Hernán, se despertó y reconoció instantáneamente en las noticias la fachada del edificio de 12 pisos que se había derrumbado durante la noche.
Desde ese momento, los vecinos se acercaron a la casa para orar y Leidy se convirtió en el centro de atención de “una población harta de su clase gobernante”.
“En las redes sociales, los paraguayos dentro y fuera del país exigieron que se cuente la historia de Leidy y que se escuche el dolor de su familia. En Miami, Silvia Bosch, una inmobiliaria de ascendencia paraguaya que se había mudado a Estados Unidos a mediados de los noventa, era una de ellas”, recoge el relato la publicación.
Bosch menciona que se puso en contacto con la familia para ofrecer un pasaje aéreo a la madre y el Gobierno paraguayo le otorgó pasaportes y los Estados Unidos visas de emergencia.
“No sé cómo describir mi sufrimiento. Pude sentir que ella ya no estaba viva”, relata sobre lo que dijo la madre de Leidy a la espera de noticias sobre su hija en Miami, donde una gran cantidad de personas aguardaban alguna información. Días después, se confirmó el hallazgo de los restos de los familiares de la primera dama, dejando sin muchas esperanzas a la familia Vilalba.
Al quinto día de estadía, se confirmó el hallazgo del cuerpo de Leidy, quien recibió un golpe en la cabeza y cuyo cuerpo estaba prácticamente intacto y con el pijama puesto cuando el edificio se vino abajo. La joven tenía dos tatuajes, una luna y una mariposa.
Otra mujer paraguaya llamada Evelina Lowenthal, que se había acercado a la madre de la joven después de que se denunciara la desaparición de Leidy, organizó un velatorio improvisado. Lowenthal invitó a Villalba y a su sobrina Lourdes, quien la acompañó en el viaje, a que se quedaran en su casa, donde decenas de paraguayos del sur de Florida se unieron en oración mientras se preparaba el cuerpo de Leidy para ser repatriado.
“Todos vinimos a este país para ayudar a nuestros padres y familias en Paraguay, ese es el propósito de nuestro éxodo”, dijo Lowenthal, quien se vio a sí misma en Leidy, según comenta Lourdes.
Entre otras cosas, detalla que el Consulado de Paraguay en Miami eligió un ataúd blanco adornado con ángeles, el cual fue trasladado en avión hasta Asunción envuelto con una bandera paraguaya y transportado en un automóvil a su ciudad natal.
“Mi hija fue recibida en su país como lo sería una primera dama”, expresó su madre, al ver que una larga procesión siguió a Leidy hasta su casa y que cientos se unieron en automóviles y otras personas se pararon a costado de la carretera agitando pañuelos y globos blancos.
Bosch y Lowenthal habían ayudado a recaudar más de USD 15.000 en honor a Leidy, lo suficiente para pagar la casa que siempre había querido construir para sus padres.
“Me fui con un tipo diferente de esperanza y terminé llevándola a casa de otra forma”, dijo Villalba, quien sostuvo que buscará cumplir el sueño de su hija, que también se convirtió en suyo.