Según esas fuentes, originalmente Prigozhin preveía capturar al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, y al jefe del Estado Mayor General, Valeri Guerásimov, durante una visita que iban a hacer a una zona fronteriza con Ucrania, pero los servicios secretos rusos destaparon el plan dos días antes de su ejecución.
Agencias de inteligencia occidentales, apunta el periódico, también tuvieron conocimiento de los planes del líder de Wagner y consideraban que tenía posibilidades de éxito, que se desmoronaron al filtrarse la conspiración y forzar a improvisar una alternativa.
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El WSJ señala que fuentes occidentales creen que Prigozhin había comunicado sus intenciones al general ruso Serguéi Surovikin, una información también publicada por The New York Times y que ha sido calificada de “especulación” por el Kremlin.
Según las fuentes del diario económico, Prigozhin había acumulado armamento y munición, y esperaba que parte de las Fuerzas Armadas rusas se sumasen al motín y se rebelasen contra sus comandantes.
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Tras saber que su plan se había filtrado, el jefe del grupo de mercenarios adelantó sus movimientos y capturó la ciudad de Rostov, para luego enviar una columna en dirección a Moscú, que se detuvo tras unas negociaciones en las que medió el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko.
El acuerdo alcanzado entre el Kremlin y Prigozhin para detener el motín preveía la anulación del cargo penal por rebelión armada contra el jefe de Wagner a cambio de que se marchara a Bielorrusia.
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El presidente ruso, Vladimir Putin, también ofreció a los mercenarios que se sublevaron junto a Prigozhin irse al país vecino o suscribir un contrato con el Ministerio ruso de Defensa u otras agencias de seguridad de Rusia para subordinarse a las estructuras legales y oficiales.
En sus mensajes de los últimos días, Prigozhin dijo públicamente que su rebelión tenía como objetivo desbancar a Shoigú y Guerásimov, como responsables de los problemas en la invasión de Ucrania, pero que no buscaba derrocar el gobierno de Putin.
Fuente: EFE