Durante la temporada de primavera que se aproxima se anuncian temperaturas que generarán un ambiente más caluroso de lo habitual. También habrá déficit de lluvias, según la Dirección de Meteorología e Hidrología.
“La media va a estar por encima de los 25ºC a 26ºC, que se calcula con la máxima y mínima diaria”, detalló el director de Meteorología e Hidrología, Raúl Rodas.
Poca lluvia. En cuanto a las precipitaciones, refirió que si bien es cierto que van a haber lluvias, estas estarán por debajo de lo que se considera normal para el trimestre: Setiembre, octubre y noviembre.
En lo que fue el mes de agosto, comentó, se esperaba que haya lluvias por encima de los 100 milímetros, pero solo cayeron 50 milímetros en algunas zonas del país.
Con las escasas precipitaciones también los cauces hídricos seguirán descendiendo de nivel.
En el caso puntual del río Paraguay, en el puerto de Asunción, la tendencia es que llegue a -0,45 para finales de este mes. El cauce registró un histórico de descenso, posicionándose en -0,54 el 25 de octubre del 2020.
Mencionó además que los centros meteorológicos mundiales prevén inclusive el establecimiento del fenómeno de la Niña para la región. Lo que significa altas temperaturas y lluvias por debajo de lo normal. Este escenario se extendería hasta febrero del 2022.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (National Oceanic and Atmospheric Administration-NOAA) está dando un 70% de probabilidad de que el fenómeno de la Niña se establezca a partir de octubre hasta que finalice el verano.
Eso no quiere decir que no haya un evento puntual de grandes envergaduras. Puede haber una lluvia importante, pero “el pronóstico en general es que la falta de precipitaciones sería la norma para estos meses”.
CAMBIO CLIMÁTICO. Rodas indicó que estos eventos que se viven en la región tienen mucho que ver con el cambio climático.
“Es también la interacción humana la que hace que estas variabilidades se produzcan. En el hemisferio Norte, por ejemplo, se tienen temperaturas muy elevadas. También las inundaciones repentinas en los Estados Unidos, y en ciudades de Europa son producto del calentamiento global que hace que haya deshielos en los glaciares, el aumento paulatino de los océanos y muchas otras consecuencias”.