09 mar. 2025

Principio de reciprocidad

El nuevo paradigma de política comercial impulsado por el presidente Trump avanza raudamente. A mediados de febrero firmó un Memorándum presidencial que establece el “Fair and Reciprocal Plan”, con instrucciones al Departamento de Comercio y otras Secretarías de desarrollar un plan comprensivo para restablecer justicia en las relaciones comerciales de EEUU con el resto del mundo y corregir los prolongados desequilibrios en el comercio internacional. Según él, EEUU es uno de los países más abiertos al comercio, pero sus socios comerciales mantienen cerrados sus mercados, y esta falta de reciprocidad es injusta.

El principio de reciprocidad representa un cambio radical respecto al principio de trato de nación más favorecida que fuera establecido desde las primeras rondas de negociaciones multilaterales bajo el GATT (Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio) en 1947. Este último principio significa que cualquier concesión que otorgue un país a otro en términos de aranceles bilaterales debe ser extendida automáticamente a todos los demás países miembros del GATT o de la OMC, con la excepción de aquellas preferencias arancelarias acordadas en el marco de un proyecto de integración, como los Acuerdos de Libre Comercio. El principio de reciprocidad implica que EEUU fijará sus aranceles en términos bilaterales con cada país con base en los aranceles que les fije ese país a los productos norteamericanos. Por lo tanto, regirán distintos aranceles sobre un mismo producto o grupo de productos para cada país o grupo de países.

Los países, en general, buscan proteger con aranceles y otras restricciones a sectores no competitivos a escala internacional por considerarlos estratégicos, con argumentos como seguridad nacional o alimentaria, por ser una industria naciente o para expandir las cadenas de valor agregado con mano de obra local, etc., y buscan facilitar la importación de las materias primas. Pero estos sectores no competitivos son diferentes para cada país porque depende de la dotación relativa de recursos como capital, recursos naturales, capital humano, desarrollo tecnológico, etc. Típicamente los países son competitivos y tienden a especializarse en aquellos productos que utilizan intensivamente los recursos que posee en abundancia relativa y exportan estos productos a sus socios comerciales a cambio de aquellos en los cuales no son competitivos.

Sin embargo, es muy difícil encontrar el país socio comercial con una complementariedad perfecta, que necesite exactamente el producto que un país puede vender y tenga disponible el producto que aquel país necesita. Por la diversidad de países, en términos de tamaño y de dotaciones de recursos, un país exporta a ciertos países que necesitan sus productos e importa de otros países los productos que necesita. Así, a nivel bilateral hay superávits con ciertos países y déficits con otros. Pero el déficit o superávit comerciales globales de cada país no depende de esto, sino de factores macroeconómicos como la relación gasto agregado interno versus producción interna. El libre comercio es eficiente y de menor riesgo para resolver esta dificultad práctica porque posibilita una diversificación de mercados y de proveedores.

La aplicación del principio de reciprocidad llevará a un sistema de comercio internacional administrado y altamente regulado, con acuerdos bilaterales entre países por grupos de productos y servicios que cada país ofrece a sus socios comerciales a cambio de condiciones de acceso similar a sus mercados para sus propios productos y servicios, con aranceles preferenciales y cuotas que serán revisadas periódicamente para minimizar los desequilibrios comerciales bilaterales a través del tiempo. En el extremo, podría existir un arancel por cada producto-país de origen y ser tan desiguales como poder de negociación tenga cada contraparte, imperando la regla del más fuerte. Un sistema caótico, dificultando sustancialmente el comercio internacional con impacto negativo en los volúmenes de intercambio y en el crecimiento económico mundial.

Sin embargo, debemos administrar la realidad que se nos presenta a nivel internacional y saber jugar con las pocas cartas que tenemos. Con todas sus imperfecciones, el Mercosur es nuestra plataforma y debemos fortalecer las relaciones internas, por encima de las diferencias ideológicas. Los diplomáticos tienen un rol muy importante en este sentido. El acuerdo Unión Europea-Mercosur es estratégico en este nuevo escenario y es importante avanzar en acuerdos similares con países del Asia-Pacífico, con los cuales el Mercosur tiene una alta complementariedad.

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