Hay parcelas de soja zafriña que incluso ya fueron cosechadas, mientras que en las superficies sembradas a finales de enero se están realizando los controles para definir la recolección, pero también hay una partida de siembra tardía, cuyas plantas se encuentran en proceso de formación de granos y con muy buen desarrollo.
La gerente de la Asociación de Productores de Semillas del Paraguay (Aprosemp), Dolia Garcete, explicó que hasta el momento las lluvias ayudaron para el buen desempeño de los cultivos y se espera que continúe este clima hasta el final de la campaña. Sobre la disponibilidad de simientes que obtendrá el gremio para la siembra de verano que arranca en setiembre, la técnica informó que la estimación apunta a 60.000 toneladas certificadas, al igual que el año pasado.
En la temporada pasada, los sojeros que generalmente producen semillas para uso propio, tuvieron que vender los productos como granos para intentar mitigar la pérdida que tuvieron en la zafra principal, por tanto se vieron obligados a comprar más semillas certificadas para la campaña 2022-2023, lo que favoreció el negocio de simientes.
La oferta de la producción nacional se suma a los materiales importados que venden los demás obtentores en el país. “Nuestro desafío es aumentar el uso de semillas certificadas, en todas las especies, evitar el comercio de semillas ilegales porque es una competencia desleal para nuestra actividad”, expresó Garcete.
Además de la circulación de “bolsas blancas” de estos insumos, persiste la costumbre de la producción de semillas para uso propio, es decir, no son certificadas. Al respecto, la representante de Aprosemp recordó que existe una obligación de declarar la producción, presentar documentos, pagar costos de control de calidad, la emisión de etiquetas de homologación. Todo el proceso es sometido al control del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semilla, que asegura la calidad de la producción, la parte genética, física y fisiológica, pero también se trabaja con la autorización de los obtentores, que son propietarios de la tecnología utilizada.
Necesidad. De acuerdo con el vicepresidente de la Asociación de Productores de Soja, Karsten Friedrichsen, se necesitan entre 40 a 50 kilos de semillas por hectárea, lo que se traduce en una demanda de alrededor de más de 135.000 toneladas para la siguiente campaña, teniendo en cuenta que el objetivo es alcanzar 3,5 millones de hectáreas.