Según las averiguaciones y observaciones realizadas, desde la segunda semana de la medida sanitaria en la ciudad ya hubo desesperación de muchas familias de barrios periféricos por la escasez de alimentos. Los medios de comunicación locales recibieron las quejas y pedidos de ayuda de las autoridades desde los diferentes barrios de la ciudad.
Por fortuna, surgieron las personas solidarias que iniciaron las ollas populares, que luego fueron potenciadas con el apoyo de la Municipalidad y la Gobernación (recibió 10.000 kg de donación de la Aduana). Luego llegaron los aportes del Gobierno Nacional (Pytyvõ y Ñangareko), que calmaron el ánimo de las familias más humildes del sector urbano.
Por su parte, en el sector rural, las familias agrícolas sienten muy poco el impacto de las restricciones sanitarias y las necesidades alimenticias durante la cuarentena. Según explicaciones de labriegos, ellos trabajan normalmente en la chacra cuidando sus productos de autoconsumo, que proporcionan sus alimentos. Indicaron que los aportes del Gobierno (Pytyvõ y Ñangareko) no alcanzaron a todos, porque muchos no sabían gestionar, pero que, de igual forma, siguen adelante. “Nosotros no conocemos las ollas populares, nadie viene a organizar, pero tampoco pedimos”, señaló, uno de los pobladores rurales.
Los productos de autoconsumo de los pobladores rurales que propician alimentos son: La mandioca, batata, maíz, poroto. A eso se suma la cría de animales menores como aves y chancho, que son utilizados también para la alimentación en tiempos difíciles. JR