El entusiasmo con que Mempo Giardinelli presentó la edición paraguaya de su libro Volver a leer es directamente proporcional a lo ambicioso de su propuesta. Solo un entusiasta, idealista empedernido, puede proponer el convertir al Paraguay en “una nación de lectores” (subtítulo de su texto). Pero el célebre autor de Luna caliente tiene razones para que creamos en su idea que superan el mero romanticismo voluntarista: varias de las propuestas son parte de una larga práctica y experiencia que fueron adoptadas por gobiernos argentinos como políticas de Estado a nivel nacional y provincial con muy buenos resultados.
Mempo indica como ideas-fuerza de su libro que “leer abre los ojos y es necesario para tener criterio y pensamiento propios; que la lectura construye ciudadanía; y que solo una nación de lectores es capaz de superar todos los obstáculos”. Este autor es uno de los grandes escritores de Latinoamérica y, como tal, tiene un vasto recorrido en el mundo de la lectura, pues ningún escritor es bueno en dicho oficio si no es concomitantemente un lector voraz. Desde hace unas décadas, con su fundación empezó esta cruzada por lograr más lectores para el mundo, convencido de que es un ejercicio necesario para el crecimiento moral y cognitivo.
Antes de ayer, convencido de la conexión directa de la formación de lectores con la actividad docente en la educación formal, Mempo dialogó con docentes del Instituto Superior de Educación (ISE). Les habló de lo central de su papel en esta empresa, y de cómo una mala praxis docente puede desviar el amor del niño por el conocimiento, y de cómo una buena puede despertar vocaciones lectoras. Repito, su optimismo fue proverbial y contagioso. No veía en absoluto al internet y a las redes sociales como un enemigo, sino como un potencial aliado. Por supuesto que no negó las implicancias negativas, pues reconoció que ahora es mucho más difícil, aunque los distractores estén con nosotros desde hace más de un siglo cuando aparecieron la radio, el cine y luego la televisión. Pero bien utilizados, estos y las actuales tecnologías de la comunicación y de la información pueden ser formidables herramientas.
Al escritor le preocupa especialmente la pérdida de la llamada “lectura lenta”, que en realidad es la verdadera lectura, pues el verdadero pensamiento es lento o no lo es. El conocimiento se fija en las mentes de las personas solamente si se lo digiere en el proceso de lectura, al menos el tipo de conocimiento más sofisticado y abstracto, pues claro que hay conocimiento que se adquiere de la experiencia, se aprende haciendo e imitando, pero hay un tipo de creación humana que requiere del sofisticado proceso comunicativo que llamamos leer.
Mempo no cree en las personas que dicen que no les gusta leer. Simplemente, no puede gustar lo que no se conoce. Lo suyo va hacia la motivación sicológica, en encender el fuego de la pasión que consiste en aprender y entretenerse leyendo, y acá el rol del docente es clave, ¿cuándo no? Por eso acentuó mucho el pedido de que los maestros sean ellos también lectores, así como los padres, de lo contrario no iremos adelante.
Con su sempiterna barba, este chaqueño de pura cepa, que nos ha maravillado con sus cuentos y novelas, estaba ahí hablando de la importancia de la lectura. Era una especie de Quijote que nos invitaba a embestir con él unos molinos de viento gigantescos. Molinos tan grandes que solo un loco se animaría a ir contra ellos; y, sin embargo, la energía que irradiaba Mempo, su sincero convencimiento de que era posible hacerlo, nos espoleaba a subir con él a su Rocinante y dar batalla.
Servilibro nos ha hecho un gran regalo al editar este libro de Giardinelli acá en Paraguay. Ojalá las autoridades educativas, nacionales, departamentales y municipales se lleven un ejemplar y apliquen los consejos de dicha obra tal como lo hicieron sus pares argentinos. De alguna manera hay que empezar esta “revolución en bicicleta”.