17 nov. 2024

Proteccionismo global e inserción internacional

El proteccionismo viene creciendo aceleradamente a escala global desde la declaración de guerra comercial contra China por parte de Donald Trump, en junio del 2016. Esta declaración derivó inicialmente en la imposición de aranceles a la importación de acero y aluminio y luego fue avanzando con sucesivas ampliaciones hasta terminar afectando, finalmente, a casi dos tercios del total del comercio entre ambos países, con un aumento del promedio de aranceles de niveles del 3% al 21%, según estimaciones de la Peterson Institute for International Economics (PIIE).
Es más, a pesar del cambio de gobierno en EEUU, el conflicto siguió escalando y la disputa con China se convirtió en una política de amplio consenso. Los argumentos incluyen acusaciones de dumping, subsidios, robo de propiedad intelectual, excétera contra las empresas chinas e invocan la necesidad de preservar la seguridad nacional. El conflicto se extendió a una guerra tecnológica, con prohibiciones de acceso a ciertas tecnologías a empresas chinas y con el desarrollo de estrategias de re-shoring y near-shoring de las cadenas de valor de industrias de alta tecnología para reducir la dependencia de China; y resurgieron las políticas industriales en EEUU con subsidios directos e indirectos para la instalación de plantas industriales dentro del país. Paralelamente, EEUU lanzó la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas (APEP), con el objetivo de ampliar la cadena de suministros a algunos países de América Latina que cumplan ciertos requisitos.

Por su lado, la Unión Europea ha sido históricamente proteccionista, en especial en el sector agropecuario, con esquemas de aranceles, cuotas y subsidios. Pero más recientemente, argumentando la necesidad de proteger el medio ambiente y reducir el ritmo del cambio climático, empezó a implementar políticas industriales, como el Green Deal Industrial Plan, con esquemas de subsidios para la instalación de plantas industriales con emisión cero de carbono en toda Europa. Además, con el mismo argumento, ha emitido nuevas regulaciones para la importación de materias primas, como la Regulación 1115, que prohíbe el ingreso de productos originados en áreas de cultivo deforestadas con posterioridad al año 2020. Por otro lado, la masiva entrada de vehículos eléctricos chinos a costos menores a los fabricados en Europa está generando acusaciones de dumping y subsidios contra el Gobierno chino, las cuales podrían derivar en represalias a corto plazo.

En esta pelea de “cachorros grandes”, son más reales las amenazas que las oportunidades para nuestro país. A pesar de que somos un fiel aliado, inicialmente EEUU no nos invitó a formar parte de la APEP y quedamos sin posibilidades de beneficiarnos del friend-shoring que podría haber dado impulso a nuevos motores de desarrollo. En compensación, nos aprobó el ingreso de la carne a su mercado, pero el Senado norteamericano lo desaprobó nuevamente y está pendiente su tratamiento por la Cámara de Representantes. Por otro lado, la Regulación 1115 de la Unión Europea limitará el crecimiento potencial de la producción agropecuaria, que ya viene estancada en los últimos 5 años, reduciendo las posibilidades de desarrollo y de reducción de la pobreza en nuestro país.

¿Qué nos queda? A pesar de sus falencias, nuestra opción más real es fortalecer el comercio intraMercosur y apuntar a una mayor inserción en las cadenas de valor industriales del Brasil, aportando nuestros recursos estratégicos y regímenes especiales. Esto viene avanzando, pero requiere invertir más en integración física (rutas, ferrocarriles, fibra óptica, vuelos, etc.) y agilizar o incluso eliminar las aduanas internas para reducir costos de logística. Además, en este escenario, el Mercosur se convierte en un instrumento importante para buscar acuerdos comerciales con otros países y regiones. Por otro lado, el Acuerdo Comercial Unión Europea-Mercosur podría seguir teniendo sentido si abre mercado para los biocombustibles y la celulosa, donde tenemos potencial a corto plazo. Finalmente, al no tener acceso al mercado de China Continental, por nuestro apoyo a Taiwán, no podemos perder el mercado de la carne de EEUU y debemos extremar esfuerzos para ingresar lo antes posible a la APEP, para aprovechar su momentum.

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