Este 22 de abril se recuerda el Día Internacional de la Madre Tierra en un contexto muy particular ante la pandemia del Covid-19, y este 2020, además, la conmemoración al planeta cumple 50 años, es por ello que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) resalta que este año probablemente sea el más importante hasta ahora.
En este escenario buscamos la voz de los dueños ancestrales de estas tierras. Para los guaraníes, la Madre Tierra es sagrada. Esta población étnica es la más grande en Paraguay. “Le tenemos muchísimo respeto al Sol y a los animales, como si fueran nuestros hermanos”, mencionó Alberto Vázquez, presidente de la Asociación de Comunidades Indígenas de Itapúa (Acidi).
El dirigente y líder mbya guaraní contó a Última Hora que sus vidas y espiritualidad se nutren de la naturaleza, y dijo que nada se puede hacer sin ella. Sin embargo, no todos los pueblos indígenas conservan tales creencias.
“Para nosotros la tierra, el bosque y el agua dan todo. Ahí damos nuestra enseñanza. Es como un colegio grande, una universidad, en la que los jóvenes aprenden cómo ser artesanos o a elaborar una flecha, a lanzar, a ser dirigentes”, detalló.
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En este sentido, relató que tienen un territorio ancestral al que le llaman tekoha guasu y está situado dentro de la Reserva Natural San Rafael, la cual tiene 73.000 hectáreas. “Ahí están casi 12.000 (hectáreas) a nuestro nombre ”, señaló Vázquez.
“Por eso es que no se puede llegar a un acuerdo para que la reserva sea un parque nacional, porque nosotros, a través de nuestra autonomía, no podemos estar dentro de la figura de parque nacional. Esto genera mucha controversia”, señaló.
La Constitución Nacional prohíbe la remoción o traslado de su hábitat sin el expreso consentimiento de los mismos, y establece que las tierras de los indígenas son inembargables, indivisibles, intransferibles, imprescriptibles, no susceptibles de garantizar obligaciones contractuales, ni de ser arrendadas.
San Rafael alberga un importante remanente del Bosque Atlántico en la Región Oriental de Paraguay, donde en los últimos años se registró un elevado aumento de deforestación.
El titular de la Acidi reconoció que esto representa una de las más grandes amenazas para su pueblo. Aseguró que pese a la tala de árboles y la presencia de cazadores furtivos en la zona, los mbya guaraní buscan todavía la forma de conservar el medioambiente a través de los conocimientos de su tradición.
Deforestación deja menos tierra a indígenas
De acuerdo con datos proveídos por la Federación por la Autodeterminación de los Pueblos Indígenas (FAPI), en 2015 se registró un total de 1.163.127 hectáreas de propiedad indígena en Paraguay, de las cuales 963.953 ya están tituladas y 630.929 tienen monte.
Es decir, el 54% de las tierras están asentadas en terrenos naturales.
La Revista EcoAméricas publicó al respecto que en el Chaco hay comunidades que cada vez tienen parcelas más pequeñas, incluidas las que son habitadas por pueblos nómadas y que viven en aislamiento voluntario.
Mirta Pereira, asesora jurídica de la FAPI, que representa a 12 etnias, habló del tema. Afirmó que a pesar de que los indígenas tengan tierras a sus nombres, actualmente no existe un acompañamiento del Estado para un desarrollo digno.
“Falta una política respetuosa de su cultura para una seguridad alimentaria de las comunidades”, subrayó.
Manifestó que en su experiencia vio a la mayoría de los pueblos reclamar sus tierras, no solo por una cuestión de subsistencia, sino por un sentido espiritual.
“Cuando se relevan informes antropológicos van diciendo ‘acá fue donde nuestro abuelo nos enseñó a cazar cierto tipo de animales’, o ‘esta zona es conocida con tal nombre porque acá hemos cazado una vez un animal muy grande’. Esas historias que ellos tienen como pueblo están relacionadas con cierta parte de su territorio”, explicó.
Los niveles de espiritualidad
Cada grupo étnico tiene su propia cosmovisión, una manera de interpretar el mundo. Alberto Vázquez relató que los mbya y los demás pueblos guaraníes creen en la Tierra como un lugar sagrado, y le rinden homenaje con rituales que hasta hoy en día se practican en las comunidades.
“Hay mucha danza que todavía conserva el pueblo Mbya Guaraní. Somos los únicos que usamos todos los instrumentos musicales para cantar a la tierra, el aire y el agua. De esa manera convocamos a nuestro Dios para la protección de la naturaleza”, señaló.
Los habitantes de la Nación Ishir, del Alto Chaco, también son otro pueblo que todavía tienen mucho respeto a la naturaleza. Su mitología tienen dioses del agua, del aire y del bosque, que son los que enseñan la cultura y el uso de los recursos que brinda la Madre Tierra. Hoy en día se alimentan de la pesca y mediante el autocultivo.
En cambio, hay comunidades del pueblo Nivaclé que adoptaron creencias diferentes a las de sus ancestros. La lideresa de la Asociación Fricc, en Loma Plata, Chaco, describió que se convirtieron a la religión evangélica de los menonitas. Ahora, el cuidado de los bosques es una cuestión que se quedó en el tiempo de los antepasados.
Algo similar citó Cándido Vinz, quien es dirigente de la Organización del Pueblo Enlhet Norte (OPEN), en el distrito Irala Fernández, de Boquerón. “Ya no existe esa espiritualidad, porque todos los que practicaban ya murieron”, indicó, por su parte.
No obstante, enfatizó que sí aún mantienen el idioma y el consumo de las frutas silvestres. Como el Gobierno Nacional decretó que se guarde cuarentena obligatoria hasta el 26 de abril por el Covid-19, contó que los indígenas de la comunidad Pozo Amarillo recolectaron karaguata, miel y tuna para preparar platos tradicionales.
Falta de apoyo del Estado
Vázquez considera que el Estado debe reconocer a los grupos ancestrales para seguir conservando las tierras, cada pueblo su costumbre y la espiritualidad, tal como lo garantiza la Constitución Nacional.
“Sería muy lindo que el Gobierno se siente a hablar con todos los poderes para resolver los problemas indígenas, así como hizo la vez pasada, en que reunió a todos para gastar millones de dólares. Está bien, porque es una cuestión de salud. Pero si ellos quieren, y tienen la voluntad, así también podrán resolver los problemas de los pueblos indígenas del Paraguay”, expresó.
Los indígenas hace varios años que vienen sintiendo los efectos del cambio climático en el país, y todavía no saben cómo afrontarlo. “Tienen que buscar un mecanismo o una estrategia para conservar, conjuntamente con los dueños que somos nosotros, para prepararnos y enfrentar lo que se viene”, concluyó.
En este contexto, enfrentando una pandemia y los efectos del calentamiento global, los dueños ancestrales de estos lares recuerdan el Día de la Madre Tierra pidiendo la atención de un Estado que aún no supo ver que en el saber y el entender de estos pueblos podemos encontrar las recetas que necesitamos, no solo para preservar nuestro ambiente, sino también para aprovechar la naturaleza sin dañarla.