Nunca como ahora hemos podido tener las evidencias de la ciénega en la que chapotea nuestro país. El teléfono de un muerto puede hacer revivir a la moribunda Justicia. Las conversaciones del asesinado diputado Lalo Gomes han sacudido las estructuras del poder que no logra entender cómo se ha podido ventilar lo que todos sabíamos, pero cuyas evidencias eran celosamente guardadas. El cuadro de aprietes desde el poder político envuelto con el crimen organizado a obsecuentes y venales jueces y fiscales atemorizados por cargos en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y un falso abogado convertido en diligente operador de los pedidos con buenas recompensas fotocopiadas de cheques. El bochorno es tan escandaloso que una jueza le advertía al diputado cartista Gomes que un grupo de fiscales llegarían a la ciudad para que él se encargara de alertar a sus amigos a que dejen la misma. Todo metido en unos chats que ya la denominan de la mafia por su contenido y proyección.
Les ha sacudido a todos los envueltos. Al Ministerio Público que sigue lento y timorato para responder con la respuesta que amerita el caso. No lo puede hacer porque quizás las investigadas podrían terminar contando más cosas de sus jefes. La Corte Suprema acepta la nota de una de las involucradas, la jueza Sadi López quien adelantó su jubilación antes que enfrentar los cargos. Somos tan dóciles que nos contentamos con la renuncia al cargo para olvidar los hechos de corrupción en los que están envueltos los indiciados. El Jurado de Enjuiciamiento, donde muchos de sus actuales miembros absolvieron a las fiscalas Uemura y Cano, ahora dice que van a volver a estudiar sus casos. Acusan al presidente de ese momento Arévalo de haber recibido dinero aparentemente para salvar a las fiscalas lo que bien podría suponerse que distribuyó el monto entre quienes votaron por la absolución. A no ser que nos enteremos por los chats que a algunos no les alcanzó el monto. Ahí suelen cantar más que 50 de los del fiscal Cantero. El croar de las ranas en el pantano de la corrupción ha sido un concierto entre magistrados, políticos, fiscales y otros más que deben estar tiritando de miedo ante las evidencias. Ahora hasta Arévalo ya teme por su vida y afirma que no logra conciliar el sueño, mientras espera que el váter inteligente acabe por llevar toda la mierda que este caso ha mostrado.
Esto no podrá limpiarse solo con unas instituciones absolutamente tomadas por el crimen organizado que como lo dicen muy bien; tienen en sus manos al poder del Estado. Es tal el impacto del caso que ha llevado a un silencio absoluto y completo al jefe del Ejecutivo en teoría que todavía no tiene una palabra sobre la gravedad y la fetidez de esta puerqueza nacional. Solo una gran manifestación nacional podrá hacer frente a todo esto. Lo contrario puede ser aún más demoledor y acelerar nuestra decadencia. Hay que taparse la nariz porque el nauseabundo olor que emana de las cloacas del poder hacen que el vertedero de Cateura sea una tienda de perfumes en comparación.
Los chats han revelado porque seguimos siendo un país pobre, porque la corrupción nos priva de educación, salud y seguridad y por sobre todo porque hemos sido hundidos por el fatalismo de que “así nomás son las cosas en el Paraguay”. Entiendo el temor y la parálisis de las asociaciones de jueces y fiscales porque son parte del sistema construido sobre la humillación y la dependencia del delito. El crimen paga muy alto en este país y por eso la pobreza es el resultado. Esta puerqueza demostrada y exhibida no puede ser parecida a lo que creemos deba ser una nación resurgida de la mutilación y la deshonra. Esta porqueriza debe ser limpiada y los cerdos corruptos a prisión. ¡No nos contentemos con menos!