“Que un advenedizo construya una casa, con el dinero rápidamente ganado en honradas y secretas operaciones comerciales, está bien. Que construya una de esas lúgubres y sangrientas y vulgares masas de ladrillo; con agujeros enrejados y techo de teja, está menos bien. Pero lo que hace estremecer es que os declare: Ahora voy a arrancar todos los árboles en torno para que la propiedad quede linda”.
Así comienza el texto El odio a los árboles, del escritor Rafael Barrett (1876-1910). Se trata de un texto que expresa en pocas palabras el odio de quienes “gastan dinero en arrasar el país”, el odio desinteresado de quienes, en su inconsciencia, arrancan los árboles de “una comarca donde el verano dura ocho meses”.
Ya pasó más de un siglo desde que Barrett criticara esta situación en la ciudad, y las cosas no cambiaron demasiado. Los árboles están siendo cada vez más amenazados por la negligencia de la Municipalidad de Asunción y la irresponsabilidad por parte del gabinete del intendente, Óscar Nenecho Rodríguez, el mismo que promociona una Cumbre de Economía Verde prevista para este mes y en la que se prevé un gasto de casi G. 2.800 millones.
Siguiendo una actitud incoherente, el imputado jefe comunal permitió la semana pasada el derribo de más de 117 árboles en el ahora ex bosque San Vicente. El objetivo principal: La construcción de un supermercado.
Perjuicio. ¿Qué beneficios pierde la ciudad de Asunción con esta nueva acción de la Municipalidad? “Asunción, con un clima subtropical cálido, experimenta temperaturas elevadas gran parte del año. Las áreas verdes ayudan a reducir el efecto isla de calor urbano que ocurre cuando la ciudad se calienta más que las áreas rurales, debido a la cantidad de cemento y asfalto”, explica el biólogo Fernando Cubilla, investigador del Conacyt y profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Asunción.
A vos, vecino común, no te permiten ni podar, tenés que pedir permiso. Pero las empresas privadas tumban bosques.
El biólogo enumera distintos beneficios ofrecidos por los árboles y las plantas a la ciudad. En primer lugar, “regulan la temperatura, refrescan el aire, ofrecen sombra y evaporan agua a través de sus hojas, refrescando el aire circundante y reduciendo la necesidad de aire acondicionado, creando un ambiente más fresco”.
Los árboles también mejoran la calidad del aire. “Los árboles absorben dióxido de carbono (CO2) y producen oxígeno, lo que ayuda a reducir la contaminación del aire”, expone Cubilla. “También capturan partículas en suspensión (como polvo y contaminantes) en sus hojas, mejorando la calidad del aire”.
Riesgos. Con la pérdida de los árboles por causa de la tala irresponsable que permiten las autoridades, se corren además riesgos de inundaciones. Uno de los grandes problemas de esta administración ha sido el cúmulo de raudales y basuras esparcidas por las calles tras las fuertes lluvias.
Aunque el intendente, en su afán de defender su gestión, endilgue parte de la responsabilidad a la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap), la realidad es que los proyectos edilicios proyectados en sitios poco aptos para su construcción, y que son avalados por la Municipalidad, provocan más derroche de agua y un mayor flujo de desperdicios.
Los árboles, con sus suelos permeables y la vegetación que los rodea, “permiten que el agua de lluvia se absorba de manera natural por el suelo y las raíces, disminuyendo la acumulación de agua en las calles y reduciendo el riesgo de inundaciones”. Cubilla añade que estas áreas también ayudan a recargar los acuíferos.
La pérdida de áreas verdes también perjudica a la biodiversidad. “Los árboles son el hogar de muchos animales, como aves e insectos. Tener árboles en las ciudades permite que estas especies encuentren un lugar donde vivir y alimentarse.
Expulsión. Asunción cuenta con una rica biodiversidad que enfrenta amenazas constantes debido a la expansión urbana. Una imagen que se hace cada vez más recurrente en Asunción es la de los mamíferos y reptiles que se aparecen de pronto en sitios como shoppings y edificios de hoteles, expulsados de sus hábitats naturales.
Las áreas verdes urbanas también son espacios educativos, dice el biólogo, pues se puede fomentar la conciencia ambiental entre los habitantes, especialmente entre los niños y jóvenes. “Estos lugares brindan oportunidades para aprender sobre la naturaleza y la importancia de cuidar el medio ambiente en su propio contexto”.
Ante el avance del boom inmobiliario son avasallados los espacios verdes. Se debería legislar para reponer este secuestro de CO2.
Carente de tales espacios, las generaciones venideras pueden ver amenazada su educación y, por lo tanto, su calidad de vida.
Municipio ignora las leyes que protegen áreas verdes
Autoridades de la Dirección de Gestión Ambiental justificaron la tala de 117 árboles de San Vicente argumentando, entre otros motivos, que la ordenanza número 340, de protección de la cobertura arbórea, debía actualizarse.
La ingeniera Cinthia Guerreño –de dicha dirección municipal– declaró que, se recomendaron dos modificaciones para cuidar los espacios boscosos con más de 100 árboles en su terreno. Pero las modificaciones no prosperaron.
La abogada Rosa Vacchetta, quien acompañó la denuncia realizada por los vecinos de San Vicente en defensa del predio deforestado, explicó a ÚH que una ordenanza nunca puede estar por encima de una ley.
“Ellos dicen que se rigen por la ordenanza y por ninguna otra ley. Pero la autonomía y la autarquía municipal no les exime a ellos de cumplir lo que dice la Constitución. La ordenanza es un reglamento más que ellos tienen que cumplir”. Mencionó la Ley N° 3239/07 de los Recursos Hídricos del Paraguay; la Ley Forestal N° 422/73; la Ley N° 6256 de Deforestación Cero; y la Ley N° 4241 de Bosques Protectores. Todas comparten el interés de proteger los bosques nativos, conservar los recursos forestales y gestionar de forma sustentable los cursos hídricos y los terrenos por los que atraviesan y se producen.
”Nuestra Ley de Recursos Hídricos, en el artículo 23, te da las distancias que tenés que respetar cuando hay un bosque protector de recursos hídricos”, detalló. “Y las distancias en Asunción y zona urbana son de 5 metros de uso público y 100 metros de uso acondicionado. Podés poner plaza, cancha, lugar de venta que no sea para algo que no tenga mucho impacto sobre el curso hídrico. Y un supermercado mayorista no está dentro de las actividades que se pueden desarrollar al lado de un curso hídrico”.
Defensa. Vecinos de diferentes barrios de Asunción alzan la voz ante los atropellos de la Municipalidad contra los espacios verdes que le quedan a la ciudad. Los casos que más han cobrado relevancia en los últimos días son los de Isla de Francia, en donde se proyecta la construcción de un complejo deportivo, y el bosque ubicado sobre España y General Santos, que pertenece a la Caja de Jubilados de Itaipú.
Pobladores de los barrios San Jorge y Las Mercedes se oponen a que se sigan derribando los árboles. “Hace 25 años había 224 árboles y ahora tiene que haber muchos más, pero quieren vender el lugar y no nos permiten el acceso”, contó Verónica Ferreira, de la agrupación Salvemos Las Mercedes.
Otros sitios, como el Parque Guasu, el Parque Pavetti y el Jardín Botánico también se han visto amenazados en el pasado y hoy cuentan historias dispares a quienes los visitan. En el primer caso, se manifiesta la inseguridad. En el segundo, el abandono.
“Transformaron esto en un parquecito de cemento, impermeabilizando todo el suelo. Y ahora ya casi no hay gente que venga a este lugar”, dijo Matilde Schaerer, miembro de la articulación Amigos del Jardín Botánico.
También denunció la falta de limpieza en el Botánico, los robos de rejas y el incumplimiento por parte del MOPC de las compensaciones por haber intervenido 1,6 hectáreas para construir el Corredor Vial.
El lenguaje de alerta entre los árboles
Los árboles, al igual que los seres humanos, se comunican para defenderse y mantener su entorno apto a todas sus necesidades. “Lo logran mediante conexiones subterráneas y señales químicas en el aire”, afirma el biólogo Fernando Cubilla.
“Las raíces están conectadas a redes de hongos microscópicos. A través de esta red, los árboles pueden compartir nutrientes y alertarse de ataques de herbívoros e insectos”.
También se previenen ante los riesgos de la vida urbana. “Cuando alguna parte sufre daño (como cuando una rama es cortada o una plaga ataca a las hojas), el árbol puede enviar una señal electroquímica a otras partes de su estructura” con el fin de recuperarse desencadenando productos químicos.