Es claro que hoy en día hacer bien las cosas molesta mucho, tanto que hasta nuestra vida corre peligro; por ello parece que estamos estorbando. Pero es mejor ser un estorbo haciendo bien las cosas, denunciando los casos de corrupción y persiguiendo todo tipo de hecho criminal, que a liarnos con el mal.
Hoy hace 12 días que fue asesinado el fiscal Marcelo Pecci, quien estaba en la Unidad Especializada de Lucha contra el Narcotráfico, Financiamiento del Terrorismo, Lavado de Dinero y Crimen Organizado. Su muerte fue un claro mensaje de que lo silenciaron, por las delicadas investigaciones que llevaba adelante contra miembros de clanes.
“Al matar a Marcelo Pecci están atentando contra cada uno de los operadores de Justicia y esto es un mensaje para todos. Hay que entender el mensaje que dio el crimen organizado, que en ningún lugar estamos seguros y que (estos) tienen tentáculos a nivel Latinoamérica y a nivel mundial”, dijo el viernes pasado Llano, tras una reunión con el secretario de la OEA.
El agente fue asesinado en plena luna de miel en Colombia. Tenía a su cargo investigaciones ligadas al operativo A Ultranza, Hezbollah y de otros miembros de organizaciones.

Hace casi un mes también se cumplían 31 años del crimen del periodista Santiago Leguizamón.
El asesinato de Santiago, ocurrido el 26 de abril de 1991 nunca tuvo Justicia. Él era corresponsal del diario Noticias, y hacía reportajes sobre narcotráfico.
En febrero del 2020 fue asesinado por sicarios en Pedro Juan Caballero el periodista brasileño Lourenzo Veras. El comunicador publicaba noticias sobre narcotráfico y ya había recibido varias amenazas. Según el medio brasileño, Leo Veras había recibido un mensaje de que “estaba en la lista de personas a ser ejecutadas en el área fronteriza”.
Sus últimos días de vida también estaba viviendo bajo advertencias, según sus propios familiares, de quienes ya inclusive se había despedido.
Así como estos, hay otros operadores de Justicia como policías o denunciantes a quienes les mataron, porque era evidente que no compartían y apoyaban la política de algunos clanes.
Es más fácil pues sacarles del radar para tener el camino libre.
Estos ven bien el hecho de que se les ayude a zafar y ocultar sus negocios, inclusive, los miembros de estas organizaciones recompensan bien. Y, ¿quién no ama mejorar su calidad de vida? Darse unos gustitos a veces no está mal, pero vivir con miedo a que te atrapen, con miedo a que te descubran, a que delaten, eso no es vivir.
Se habla de que la corrupción siempre necesita dos personas: una que quiera corromper y otra que se preste a ayudarle. Yo prefiero seguir estorbando, que unirme a ellos.