Los chilenos están llamados a las urnas para “Aprobar” o “Rechazar” el texto que durante un año elaboró una convención constitucional, para reemplazar la vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Según encuestas, el rechazo es la opción en ventaja. Pero cualquiera sea el resultado, un amplio consenso político y ciudadano, dicen sondeos, es proclive a iniciar la misma noche del domingo un nuevo proceso de reformas y se trazaron distintas hojas de ruta.
“Existe un consenso de que la Constitución de 1980 ya no va más y que pasaríamos a otra que es el resultado de un proceso democrático que también tiene ámbitos avanzados por el establecimiento de derechos sociales, políticos y económicos”, declaró Cecilia Osorio, académica de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile.
La ley que regló el proceso constitucional en Chile indica que de ganar el apruebo, la nueva Constitución se pondrá en vigencia 10 días después del plebiscito. Si es rechazada, se mantiene el texto vigente.
La nueva Constitución deroga la de 1980 que es considerada la base de un modelo que permitió décadas de estabilidad y crecimiento económico pero con una sociedad profundamente desigual.
El texto propuesto acaba con el Estado que privilegia la iniciativa privada e implementa un “Estado social de derechos”. Definirá también a Chile como un estado plurinacional que reconoce la autonomía de los pueblos indígenas. Incorpora una democracia paritaria, con un 50% de mujeres en puestos estatales, permitirá además la interrupción del embarazo y reconocerá las diversidades sexuales. AFP