02 oct. 2024

¿Qué preparación requiere el grado de inversión?

El Gobierno ha publicitado bastante el haber obtenido la calificación del grado de inversión, un club de élite de pocos países. Esto tiene sentido desde la esfera gubernamental, pues la esencia de la calificación expresa el “grado de certeza del gobierno paraguayo en su capacidad de pagar su deuda soberana”. El prestigio no se extiende automáticamente al sector privado. Por eso resulta difícil entender qué beneficios tangibles podríamos conseguir los empresarios. De hecho, existen beneficios indirectos, sutiles, silenciosos, que solo beneficiarán a los que están listos y decidan repensar su participación accionaria. A su vez, conlleva grandes amenazas para aquellos que no estén preparados, puesto que la competencia que se viene aumentará exponencialmente.

Un Estado con grado de inversión genera la inferencia lógica de ser un país más serio, una economía más estable, un escenario de negocios más civilizado y un mercado con reglas más claras, lo que atrae a grandes empresas extranjeras manejadas por ejecutivos muy preparados. Pero, a su vez, muy cuidadosos en dónde apuestan. Es menos probable que un alto ejecutivo sea despedido por perder dinero en una inversión en un país con “grado de inversión” como Paraguay, que una inversión en Venezuela o Nicaragua donde es obvia la incertidumbre. Consecuentemente, estos ejecutivos ya están llegando en mayor número buscando comprar empresas enteras, o comprar una participación accionaria, o establecer una asociación estratégica (que usualmente es la antesala de la compra).

Esto lo saben muy bien los grandes grupos económicos nacionales, y se están anticipando a los extranjeros saliendo de shopping y abriendo la billetera para comprar empresas paraguayas menores. Su objetivo es agrandar su torta para luego vender a un jugador más grande. La premisa subyacente es que una gran empresa o conjunto de empresas diversificadas en un país emergente es una inversión “menos riesgosa” (aunque implique un monto de inversión mucho mayor), que hacer una inversión menor comprando una empresa pequeña, menos diversificada, con menor participación de mercado. “Big is beautiful, besides being much safer”. Partió la carrera para llegar a una mayor economía de escala, I.E., ser más grande. El beneficio adicional es que el local puede comprarle barato a otro local, y luego darse la vuelta, empaquetar lo comprado con marketing incluido, traducir su balance al inglés, y revenderle al extranjero por un número fantástico realizando una rápida utilidad. Aquí el comprador extranjero que se anticipa, se aprovecha del desconocimiento internacional, la falta de visión a largo plazo para identificar y apreciar futuros mercados. Tiene ventajas pues está acostumbrado a valorizar oportunidades futuras, mirándolas desde una perspectiva de más largo plazo, y con una comprensión retrospectiva de haber vivido en otros países los cambios que también experimentaremos en Paraguay.

El comprador internacional no paga por lo que es la empresa local hoy. Paga por: (i) lo que podrá convertirse con el capital económico que aportarán y los preparados ejecutivos internacionales que la manejarán; (ii) lo que se ahorrarán de tiempo al entrar a nuestro mercado pues los permisos, habilitaciones, aprobaciones, etc., implican una barrera burocrática interminable y requieren de muchos gastos sin factura$. Ellos necesitan al local para “implementar, ejecutar” lo que el extranjero ya definió. En el primer mundo, el mayor valor está en “potencial del futuro”. En nuestro país el valor es solo lo que se atribuye a los fierros, ladrillos y todo lo tangible del presente. Esta visión es parte de nuestra cultura conservadora, inmediatista, cortoplacista, donde emprender y tomar riesgos para el lejano futuro es algo inusual.

Esencialmente, nuestra barrera es cultural. No queremos socios, queremos decir que somos el dueño, y la reputación de las familias se mezcla con la imagen corporativa de sus empresas. Eso se fragilizará en este nuevo escenario en el que pasamos a estar en una vidriera visitada por afluentes compradores. Las alternativas van desde asociarse, vender una parte, vender todo o lo peor: Que se instale el gigante a competirte y te pase por encima. El nombre del juego es “ganar tamaño”. Facundo Cabral decía: “Si el pez grande se come al chico, el secreto es crecer”.

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