26 dic. 2024

¿Quién se ocupa de los temas de la gente?

En el Parlamento ya se iniciaron las negociaciones por la mesa directiva, la que suele renovarse entre junio y julio. Es decir, en unos días arrancará el periodo legislativo y como tema prioritario de los representantes del pueblo estará quién ocupará la presidencia en el Senado y en Diputados, respectivamente, y posiblemente nada o muy poco de las urgencias y carencias de la gente que votó por ellos. “Así es la política, la administración del poder”, te dirán.

Gran parte del receso de verano, los legisladores estuvieron enfrascados en evitar que se sigan publicando en medios de prensa las contrataciones de familiares, amigos y amantes y luego, para rematar, generaron toda una crisis con tal de concretar la destitución de una senadora con argumentos rebuscados. Todo ello no hizo, sino evitar el debate sobre temas de interés nacional.

Mientras los parlamentarios operan para su partido o líder de turno, el problema del transporte público sigue siendo muy crítico, sobre todo, en las horas pico, generando un drama enorme para miles de personas diariamente; gente que debe tomar el bus dos o tres horas antes del horario de ingreso laboral o escolar, no por la distancia a recorrer sino porque las unidades vienen tan abarrotadas, imposibles de abordar, que uno juega con la suerte hasta que llegue uno “medio vacío”.

Igualmente, mientras se discute la inclusión o no de la reelección en la Constitución, la inseguridad va en aumento con casos de robos a diario en diferentes puntos del país, a lo que se suma la realidad de un sistema público de salud altamente deficiente, incluido el de la previsional, en donde conseguir turno con un especialista puede implicar esperar dos o tres meses o más; un sistema público en el que los enfermos de cáncer fácilmente quedan sin tratamiento por fallas de equipos y falta de previsión administrativa.

Además, el 75% de los trabajadores en Paraguay no aportan al IPS, es decir, solo tres de cada diez ocupados están operando en la formalidad, lo que implica un presente laboral precario y abierto a decenas de irregularidades, así como un futuro jubilatorio incierto.

Pero estos temas no parecen urgentes en la agenda de los parlamentarios y de otras autoridades nacionales, quienes –en su gran mayoría– dejaron de tener contacto con la dura realidad cotidiana y de supervivencia de la gente.

Son pocos los políticos, autoridades y representantes del pueblo, que una vez llegado a un cargo, puesto o responsabilidad gubernamental son capaces de tener empatía con las necesidades de la gente; de recorrer a pie las calles y conocer de primera mano cómo vive el ciudadano, de qué manera se moviliza y en qué condiciones trabaja o cumple sus labores cotidianas.

Son pocos los políticos con cargos electivos o de confianza que se animan a salir de sus escritorios y aires acondicionados para toparse de primera mano con niños y jóvenes adictos que deambulan en el microcentro, muchos de ellos indígenas; salir de la zona de confort para descubrir que hay esquinas utilizadas como vertederos en el centro de la capital o casas abandonadas convertidas en aguantaderos de consumidores de crac, etc.

Urge contar con políticos que vuelvan a pensar y ocuparse de las necesidades urgentes y vitales de la gente. Solo quien siente en carne propia el dolor, el calor, la espera, es capaz de dimensionar cuánto sufre o necesita la otra persona.

No es fácil salir de la burbuja del poder para “sentir” en primera persona las penurias de los demás, pero debe ser la herramienta básica y fundamental de todo político; parlamentario, intendente, director o ministro que busque poner en práctica la esencia de la política que es la búsqueda del bien común.

¿Quién se ocupa hoy de la necesidad de la gente? ¿De qué sirve una mayoría parlamentaria si no será para el desarrollo de políticas públicas y acciones concretas a favor del ciudadano y su calidad de vida?

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Luis Carlos Irala