29 abr. 2025

Quintacolumnistas

La expresión fascista viene de la guerra civil española y hace referencia a los infiltrados en el bando contrario que, simulando lealtad al mismo, en realidad buscaban acabar con ese entorno.

Nuestra democracia agotada y maltrecha ha tenido en sus inicios, hace 33 años, a una gran mayoría que, simulando ser demócratas, en realidad buscan afanosamente acabar con ella. Simulando, mintiendo o llenando las instituciones de tal mediocridad que muchos han terminado afirmando: “si esto nomás es la democracia, me quedo con lo que se fue”.

Lo que no se explica en realidad es que hemos venido construyendo un edificio con cascotes y escombros de un modelo autoritario que nunca se fue.

Los que vinieron llenaron la democracia política de formalidades, pero carecieron siempre de compromiso real con un estado de derecho regido por normas y con instituciones sólidas.

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Los quintacolumnistas están inficionados en todos los estamentos de la vida pública.

Estuve por curiosidad en la convención de los liberales hace una semana. Los interesados en acabar con el partido simulaban razones serias cuando en verdad lo único que les mueve a los llanistas, quintacolumnistas liberales, es demostrar servilismo a quien los sostiene financieramente y que de forma pública los trata de meretrices. A ellos no les sacude el insulto ni se rebelan ante su mandante principal. Disfrutan de su labor de termitas que está dejando trizas al principal partido de oposición.

En la ANR, la cuestión es todavía aún peor. Las opciones se reducen a simular algo que no es realidad. El que proclama honor no sabe lo que significa la palabra y el republicano no se hace merecedor del adjetivo.

Los dos bandos están llenos de quintacolumnistas que terminarán abrazados independientemente de los insultos, denuncias de corrupción y agravios que se hayan hecho en campaña.

No les importa lo que digan los demás porque han asumido que en este país no tiene costo alguno apoyar a un dictador por 35 años o estar entregado al poder del dinero de un tabacalero de ocasión. Los quintacolumnistas son los que deciden el destino de un partido que nada tiene de libres ni de agrarista.

Las opciones menores y los grupos sociales también deben luchar contra los infiltrados. Hasta los transportistas que cierran rutas tienen un grupo que negocia directamente con el presidente del Congreso y tienen que aclarar que ellos no hacen parte del mismo grupo que viola la Constitución que garantiza “el libre tránsito de las personas”.

El presidente Abdo está fatalmente aburrido y abrumado por lo que le queda de mandato que incluso toma como pretexto la enfermedad de la suegra para marcharse del país.

En realidad, que se quede tampoco cambia demasiado las cosas.

La quintacolumnista de la justicia Sandra Quiñónez se salvó de momento, pero el daño que su presencia hace a la democracia es inmenso ya que su continuidad solo favorece a los autoritarios, que ahora pueden afirmar que “ni si ponemos a una mujer cambian las cosas en ese lugar”.

Le queda renunciar, pero eso se pide a personas dignas.

Los quintacolumnistas corruptos, sinvergüenzas, osados, mediocres y corruptos son una legión que debe ser identificada y purgada. Su sola presencia entre nosotros agravia la lucha de tantos que esperaron que 33 años después tuviéramos una democracia real y no una mascarada de ella.

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