Raya y el último dragón, el último estreno de la factoría de entretenimiento codirigido por el mexicano Carlos López Estrada, centra su acción en un reino inspirado por el sudeste asiático que, a pesar de toda la imaginación, resulta increíblemente cercano al mundo real.
“Es verdad que el mundo se siente dividido, parece imposible coexistir con alguien que tiene un punto de vista diferente al tuyo”, explica Estrada, debutante en el estudio, durante una conversación con Efe.
La cinta que el cineasta de Ciudad de México ha ideado junto a Don Hall (Moana) viaja a Kumandra, un mundo ficticio en el que humanos y dragones convivían en completa armonía hasta que una fuerza sobrenatural convirtió a todos los habitantes en piedra.
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En un acto de generosidad, los dragones se sacrificaron para salvar a los humanos, pero la miseria y escasez despertaron la desconfianza en el reino, ahora dividido en pequeños territorios que parecen irreconciliables.
Aunque la producción de Raya y el último dragón, comenzó en 2018, desde el mismo arranque parece que Disney hace una alegoría del mundo real con una introducción que sugiere que, a pesar de toda adversidad, el peor enemigo del ser humano es... el ser humano.
Recuperar la confiaza entre personas
“Raya solo quiere unir a gente de diferentes tierras, llevar al mundo a un estado de armonía”, asegura Estrada.
El resto de la película transcurre seis años después del último enfrentamiento entre los pueblos, que deja un escenario distópico sobre el que una solitaria Raya tiene la misión de encontrar al único dragón superviviente para superar la maldición.
A lo largo de la aventura surgirán comentarios que recuerdan la naturaleza existencial de la historia. “Una plaga surgida de la discordia humana”, analiza uno de los personajes. “La sociedad está rota, no te puedes fiar de nadie”, dice otro.
Pero en medio del pesimismo aparece el dragón Sisu: Una alma ingenua y pura que cree que el mayor poder que se le puede dar a una persona es la confianza plena.
La unión de Raya y Sisu (que recuerda a la complicidad entre Mulán y Mushu) será determinante para recorrer el reino en busca de cómplices que quieran participar en la misión de salvar a la humanidad.
No hay un villano más allá de la fuerza sobrenatural, tampoco un interés romántico y la trepidante acción no deja espacio para canciones. “Mucha gente relaciona las películas Disney con musicales”, analiza Estrada. Pero esta princesa sustituye las coreografías por acrobacias, alguna pelea y mucha tensión.
Raya, la princesa Disney más cerca de ser un avenger
Con Frozen y Moana, Disney se ha ido alejando poco a poco del prototipo caduco de princesa como mujer delicada, insegura y cuya salvación pasa irremediablemente por la conquista de un hombre. Raya da un paso más, aquí no hay príncipe ni se le espera. Tampoco tiene dudas de su talento.
“Mi compañero de dirección dijo que podría ser un avenger, bromea Estrada. Ninguna de las cualidades de Raya se muestran como algo excepcional o fuera de lo común. Es así y a nadie molesta pero tampoco sorprende.
“Encaja muy bien en la familia de princesas Disney, pero también es totalmente diferente”, describe el director.
En Disney dicen que es la cinta más hermosa que han hecho
Tras dirigir películas de corte independiente como Summertime y Blindspotting, Estrada fichó por los estudios Disney y quedó impresionado por el resultado final de su propia película, “un paso más en la animación”.
Aunque finalmente se estrenará en la plataforma Disney+, los animadores han creado una cinta perfecta para los cines con una imagen sorprendente, texturas hiperrealistas y personajes que emulan casi a la perfección la expresión humana.
“La gente de Disney dice que es la película más hermosa que han hecho”, cuenta Estrada.
Esa misma gente que recuerda que el ser humano es su peor enemigo, pero también su única salvación.