Las primarias presidenciales arrojaron a los candidatos oficiales de los partidos y movimientos políticos de cara a las presidenciales de abril del año que viene. En las dos fuerzas principales, ANR y Concertación, se repetirá el viejo pleito electoral paraguayo: un colorado versus un liberal al frente de una amplia alianza.
Los colorados eligieron al cartista Santiago Peña y en la oposición la figura principal es el liberal Efraín Alegre. Más allá de otras candidaturas, los dos serán los principales antagonistas de abril.
La expectativa con respecto al voto preferencial y la participación de no afiliados en la interna de la Concertación ratificó la vigencia de la política criolla, donde ganan los que manejan recursos, tienen estructura organizativa y control territorial. De esta manera, los grandes caudillos o quienes manejaron mucho dinero pudieron posicionarse en los primeros lugares de las listas parlamentarias. La compra de votos fue escandalosa, y pone en discusión una vez más la necesidad de encontrar fórmulas para proteger la votación como genuina expresión de voluntad, ejercida en forma soberana, libre, y no una mercancía aprovechada por quienes abusan de la pobreza gracias al dinero sucio.
Los resultados de las internas no sorprendieron, ya que confirmaron los guarismos. Superada esta etapa, el verdadero desafío de Peña y Alegre es lograr la máxima unidad posible para enfrentar las elecciones sin divisiones importantes que conspiren contra sus proyectos. Así están los escenarios:
ANR. Horacio Cartes finiquitó el pleito con la doble victoria en las listas uninominales. Su ahijado ganó la candidatura presidencial y él se quedó con la presidencia de la ANR, de forma indiscutible. Peña se impuso a Arnoldo Wiens por una diferencia de 92.000 votos, mientras que el tabacalero le ganó a Mario Abdo por 148.000 votos, una paliza que deja prácticamente fuera de juego al presidente. Sin embargo, la disputa por el Senado fue pareja. La diferencia entre ambos movimientos fue apenas de 14.000 votos a favor de Honor Colorado; en tanto, en las gobernaciones, Fuerza Republicana se llevó la victoria en 10 regiones y el cartismo en 7. Cifras que le dan al oficialismo la fuerza para condicionar la unidad. La estrategia cartista del abrazo republicano sin Marito (verbalizado por Peña) es un bumerán hasta el momento. Wiens rechazó la oferta de ser vice segundo de la ANR y Cachito Salomón aclaró que la unidad partidaria “no es cuestión de ofrecimiento de cargos, es cuestión de diálogo, es cuestión de hablar de un gobierno en donde vamos a tener que participar todos”, aclaró sin disimular que la esencia del abrazo republicano es el loteamiento del Estado.
Cartes no solo reafirmó su poder en la ANR. Estos resultados alivianan su posición con respecto a su condición de “significativamente corrupto”, según la calificación de EEUU. Al menos internamente. Si ya tenía a la Fiscalía y gran parte de la Justicia sometidas, con este triunfo se asegura el cajoneo de cualquier caso que lo afecte. Todo un desafío para la nueva administración del Ministerio Público.
LA CONCERTACIÓN. Efraín Alegre tuvo una victoria completa en la Concertación, cuyo telón de fondo fue la interna liberal. Los votos obtenidos sobre sus adversarios liberales Hugo Fleitas, Martín Burt, y el patriaqueridista Sebastián Villarejo no dan lugar a reclamos. De paso, liquidó su larga disputa con el llanismo, al que superó ampliamente. Obtuvo el 60% de los votos y el segundo más votado (Fleitas), 17%. Este cómodo resultado en la lista presidencial facilita la tarea de la unidad, pero el PLRA tiene profundas grietas que no serán fáciles de suturar. Su desafío más importante es lograr que otras candidaturas independientes finalmente renuncien a su favor en un escenario de polarización. Y aquí la clave está en Euclides Acevedo, quien lidera un sector del Frente Guasu.
Sin duda, el dinero de Cartes apostará por la división opositora. ¿Se allanarán los antiefrainistas o seguirán jugando el papel funcional a la ANR que están haciendo hasta hoy?
Sin duda, el tabacalero colorado buscará evitar a toda costa que los candidatos independientes se sumen a la Concertación. Tiene demasiado dinero para infectar la campaña. Ya lo hizo antes y ahora está en juego su cabeza, no tendrá reparos a la hora de liberar la billetera para mantener dividida a la oposición. Además, el candidato de la Concertación es su peor enemigo y el eventual triunfo de Alegre lo pondría al borde del precipicio.
Aún así, la polarización es inevitable.
PARTICIPACIÓN. Mucho se comparó la participación en las primarias coloradas versus la oposición. Aquí vale señalar que el comportamiento es absolutamente diferente. La ANR mueve toda su maquinaria en la interna porque quien gane, es potencial presidente de la República. Desde 1989 hasta hoy, de 7 elecciones, ganaron 6. Muy poco varía el voto de la interna con la presidencial. Por dar ejemplos: en el 2013, cuando Cartes ganó la presidencia, le votaron 1.094.469 personas. En 2017, cuando Mario Abdo le ganó a Santi Peña, votaron 1.119.278 colorados. En la presidencial del 2018, la ANR obtuvo 1.206.067 votos, o sea creció 87.000 más. En esta interna del pasado domingo, votaron 1.199.050 colorados. Es decir, no hay diferencia importante entre el voto de la interna con la presidencial.
Muy diferente es el escenario opositor, cuyas internas son apáticas por excelencia. Casi nunca superan el medio millón de votos. Sin embargo, dan un salto cualitativo en las generales. El PLRA en su interna del 2017 movió 440.000 afiliados. En las generales, Alegre obtuvo 1.115.464 votos, cuando Marito le ganó por apenas el 3%. Su crecimiento fue de 153%.
El desafío de la Concertación es la movilización más allá del ejército liberal. En estas internas, donde se inauguró el padrón nacional, se estima que unas 150.000 personas no afiliadas participaron de la elección.
También tiene un escenario más complejo por la diversidad de listas para el Congreso, liderazgos disímiles, algunos muy ególatras que no piensan más allá de su banca, mientras la ANR se resume en Lista 1.
A la hora de analizar cifras, la interna colorada revela el techo. La opositora, el piso.
TEMAS DE CAMPAÑA. La disputa interna colorada se tiñó de mentiras, odios y tergiversaciones. La ideología de género fue el anticristo que montaron para frenar derechos y planes educativos con el lamentable apoyo de las Iglesias cristianas y católica. No solo eso, en un ataque ultranacionalista pusieron sobre la delgada línea roja la política de cooperación internacional tras el ataque cartista a la Unión Europea, cuyo debate está pendiente en el Congreso.
Los principales voceros que insuflaron la campaña de odio no tuvieron buena performance en las internas. Bachi Núñez, el principal vocero de esta línea ideológica, era el número 3 de la lista cartista y pasó al 6. Obtuvo 24.000 votos, frente a un arrollador Beto Ovelar, quien logró 152.000, quien habló muy tangencialmente sobre el asunto.
En segundo lugar, con 79.000 votos, quedó Juan Carlos Baruja, cuyo eje de campaña se basó en temas sociales, como pensión al adulto mayor o viviendas. Enrique Riera, que encontró en la bandera antiderechos una forma de colarse en el competitivo movimiento cartista, cosechó 17.000.
Aunque hizo una campaña más modesta en la misma línea ideológica, a Eduardo Petta tampoco le fue muy bien. Apenas obtuvo 2.850 votos, y es casi un hecho que ya queda fuera de la lista de 45 candidatos.
La portavoz antiideología de género en Patria Querida, la senadora Nani Arrúa, apenas cosechó 330 votos, mientras un discreto Orlando Penner lograba 2.330 ubicándose como número uno, dejando en segundo lugar a Fidel Zavala, que ondeó la misma bandera.
¿SEGUIRÁ EL HUMO? Si bien este discurso sirvió al cartismo como cortina de humo para no hablar de la censura internacional a su líder, la participación en su lista de cuestionados políticos vinculados al narcotráfico y el lavado de dinero, y de los graves problemas nacionales, se estimaba que el mismo arsenal ideológico usarían en la campaña contra la Concertación. Pero al dictar sentencia las urnas al elegir a otros candidatos que no apelaron a ese discurso como principal tema, podría obligar a Peña a potenciar otros temas. De hecho, se lo ve bastante incómodo a la hora de defender el asunto, sobre todo cuando se le recuerda que estaba de acuerdo, al igual que Cartes y Riera, de la vilipendiada Agenda 2030.
Y Efraín no es Marito. No le será fácil al cartismo entramparlo en su discurso.
El año cierra con candidaturas definidas. Mientras los principales candidatos negocian pactos para sobreponer la unidad, a pesar de las diferencias, la gente se toma su pausa para disfrutar esta corta semana porque apenas se diluyan los fuegos artificiales, volverá la sofocante campaña cuya marcha se detendrá recién en abril.
El 2023 será un año de discreta mejoría económica. A pesar del optimismo de algunos, se sabe que un 4 o 5% de crecimiento es insuficiente para cambiar la estructura de desigualdad y establecer en toda su dimensión el Estado Social de Derecho como reza la Constitución. ¡Feliz Navidad y un 2023 con más y mejor democracia!