En el caso de la desocupación, se generan dramas en los hogares. La persona desocupada se siente inútil, sin autoestima.
Agregó que esto repercute en el hogar, generándose peleas. Por tal motivo, recomendó saber sobrellevar estas situaciones.
Entre los problemas del ámbito laboral se refirió también a los acosos que se dan en ese entorno.
Instó a los creyentes a pedir y apoyar reformas que permitan reducir la desocupación. “Tenemos que hacer llegar a nuestras autoridades”.
El obispo de Caacupé observó que el país tiene una gran cantidad de jóvenes desempleados.
Puso como ejemplos los casos en que una empresa ofrece 40 puestos y aparecen 300 postulantes.
En la homilía, Valenzuela instó también a pagar honestamente los impuestos. Pidió también a los empresarios crear más puestos de trabajo y capacitar a sus nuevos empleados.
MULTITRABAJO. El exceso de labores remuneradas es otro de los problemas de este tiempo, recordó el religioso.
“Hay gente que es fanática del trabajo y estos también ya se pasan de la raya”, observó monseñor.
Preguntó cuál es el efecto negativo que genera la obsesión con el trabajo. Esto no deja ni un otro interés, ni cultural ni espiritual.
Dicha situación aleja a la familia, ya que no existen diálogo y comunicación. No hay entusiasmo en encontrarse y el hogar se convierte en una pensión que se comparte solo para dormir.
“Se debe recordar las palabras de Jesús: El trabajo es para el hombre, no el hombre para el trabajo”, dijo.
Convertir al trabajo en un ídolo, finalmente se trata de convertir en ídolo al dinero, explicó Valenzuela en la homilía central.