12 oct. 2024

Reconocer la visita del Señor

Hoy meditamos el Evangelio según San Lucas 11, 15-26.

Hoy vemos cómo los opositores de Jesús no saben o no quieren abrirse a su enseñanza, lo malinterpretan y buscan ponerlo en aprietos. Haciendo esto, caen curiosamente en una actitud totalmente contraria a la que Jesús invitó a vivir. El Señor había enseñado a rezar pidiendo por el Reino de Dios (11,2), pero ellos piensan por el contrario que representa al reino de Satán. Los hijos e hijas de Dios deben pedir humildemente ser librados de la tentación (11,4), ellos en cambio no dejan de poner a Jesús en tentación, siguiendo a Satanás, el tentador. Jesús enseñó a pedir a Dios el perdón de los pecados (11,4), mientras que sus opositores lo acusan con insistencia del pecado de servir a Beelzebul. El Señor invitó a pedir el Espíritu Santo al Padre (11,13), pero ellos no dejan de pedir una señal del cielo, aunque no saben reconocerla teniéndola delante de los ojos.

Para poder reconocer al Señor, que gusta de presentarse sin espectáculo, es necesario tener los ojos del corazón limpios. Para esto tenemos que pedir humildemente la ayuda de Dios, ya que nadie está exento de la ceguera y la incapacidad de reconocer las cosas de Dios… El reino de Satán es el reino del hombre fuerte, que tiene a los hombres y mujeres atrapados en esta dureza del corazón que impide reconocer los mensajes que el Señor nos dirige.

El Papa Francisco, citando al santo de Hipona decía: “Me vuelve a la mente la frase de San Agustín: “Timeo Iesum transeuntem” (Serm., 88, 14, 13), “tengo miedo de que el Señor pase” y no le reconozca, que el Señor pase delante de mí en una de estas personas pequeñas, necesitadas y yo no me dé cuenta de que es Jesús. ¡Tengo miedo de que el Señor pase y no le reconozca!

Me he preguntado por qué San Agustín dijo que temiéramos el paso de Jesús. La respuesta, desgraciadamente, está en nuestros comportamientos: porque a menudo estamos distraídos, indiferentes, y cuando el Señor nos pasa cerca perdemos la ocasión del encuentro con Él” (Papa Francisco, Audiencia general, miércoles 12 octubre 2016).

La última parte de las enseñanzas de hoy nos señalan algo que nos puede servir para evitar la dureza y ceguera del corazón. Se trata de llenar nuestra vida con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, luchando por permanecer cerca de Él, escuchando sus mociones, compartiendo afectos…

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/2024-10-11/)

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