Hay un Paraguay que palpita más allá de un desteñido y polvoriento hito fronterizo. Más allá de las correntadas grises de un río con orillas de distintas banderas. Más allá de los atestados andenes de una terminal de ómnibus. Más allá de las asépticas plataformas de un aeropuerto internacional. Más allá de las madrugadoras filas para obtener pasaportes. Más allá del seco golpe de un sello de salida en la ventanilla de Migraciones.
Hay un Paraguay que reparte canastos de chipá crujiente en los corredores de la Estación Retiro de Buenos Aires. Hay polca jahe’o y cachaca pirú resonando en los recovecos de la Villa 21. Hay un banderín albirrojo colgado en un bar de Nueva York. Hay voces conversando en guaraní en los andamios de una obra en construcción en el puerto de Barcelona. Hay un pabellón tricolor colgado de una ventana en un piso de Madrid.
Estas son historias de paraguayos y paraguayas que viven en el extranjero. Hay quienes fueron condenados por razones políticas, hace mucho tiempo, a ser árboles con raíces en el aire... y hay muchos que siguen siendo forzados por razones económicas o sociales a salir a pelear el pan más allá de las fronteras.
Hoy nos cuentan cómo se siente a la patria desde un corazón que no mide distancias. Paraguayos que llevan en alto su bandera desde diferentes puntos del planeta, entre ellos: Brasil, Argentina, Taiwán, España, República Checa, Corea del Sur, Estados Unidos, Alemania y Francia.
Estas son sus historias...
Texto: Andrés Colmán Gutiérrez