La ceremonia de recordación del asesinato del entonces vicepresidente de la República, Luis María Argaña, se realizó en el Cementerio de la Recoleta, con la participación de familiares y referentes políticos.
Durante el acto, su hijo Nelson Argaña señaló que la Justicia debe tener compromiso social para juzgar con ecuanimidad e imparcialidad, sin importar si los actores morales e intelectuales son ricos y poderosos, aun teniendo encubridores perversos y significativamente corruptos.
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En ese sentido, sostuvo que es un orgullo ser el hijo de Luis María Argaña y pedir justicia por el joven Rodrigo Quintana, asesinado en la sede del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), tras el intento de aprobar la enmienda constitucional impulsada por el ex presidente Horacio Cartes. En el caso de Argaña, los supuesto autores morales nunca fueron condenados.
En el encuentro estuvo presente el ex juez Pablo Vicente Ibarra, quien había condenado a Horacio Cartes en el año 1987 por la evasión de divisas. “Él no distinguió entre pobres y ricos para impartir justicia, fue un juez probo”, aseguró.
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“Horacio siempre fue un marginal y sigue siendo un marginal que quiere seguir haciendo daño a nuestra República”, acusó.
Asimismo, dijo que el 30 de abril, en las elecciones generales, estarán firmes cuando los que trajeron las hordas de dolor, muerte y luto pretendan retornar con su “peón Santiago Peña” y quieran promover “la barbarie, el odio y el crimen sin castigo a los autores morales”.
“Es un alto honor como paraguayo, como colorado de nacimiento, hablar en representación del movimiento Reconciliación Colorada, recordar al gran Luis María Argaña y al joven liberal Rodrigo Quintana”, recalcó.
Luis María Argaña Ferraro fue un político y abogado paraguayo que llegó a los más altos cargos del Estado, como titular de la Corte Suprema de Justicia, presidente del Partido Colorado y vicepresidente de Paraguay por siete meses, hasta el día de su asesinato el 23 de marzo de 1999.
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El político colorado fue víctima de un atentado perpetrado por un grupo de sicarios contratados para terminar con su vida, en tanto que los autores intelectuales han sido objeto de controversias y especulaciones.
El entonces presidente de la República, Raúl Cubas, ordenó el arresto del ex general Lino César Oviedo, a quien había liberado de la prisión tras ganar la presidencia, lo que fue catalogado de inconstitucional y el Congreso inició un juicio político en su contra. Ambos mantenían una rivalidad política con Argaña, quien quedaría como presidente si se aprobaba el juicio político que se impulsaba contra Cubas.
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En medio de los disturbios por el asesinato de Argaña y la muerte de civiles, Cubas, quien ya enfrentaba un juicio político, terminó renunciando al cargo y Oviedo huyó al exilio, primero a Argentina y luego a Brasil. Luis Ángel González Macchi, entonces presidente del Congreso, asumió la presidencia de la República.
En el 2004, Oviedo retornó al país para enfrentar los cargos de homicidio y sublevación y cumplió pena hasta el 2007, cuando la Corte Suprema de Justicia admitió el habeas corpus reparador. También fue absuelto por el delito de sublevación militar durante el supuesto golpe de Estado de 1996, aunque judicialmente siguió enfrentando procesos por el asesinato de Argaña y por la masacre del Marzo Paraguayo.