18 dic. 2024

Redescubren senderos ancestrales que conectaban el Atlántico con los Andes

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Conjunto. El ingeniero Javier Durán y el historiador Fidel Miranda Silva documentan el trazado del Tape Aviru, cuyo primer recorrido movilizó a casi medio centenar de personas.

El eco de pasos entre hojas secas y los murmullos de la selva definen la esencia del ambicioso proyecto del Club de Corredores de Trail y Eco Ñamandú en Alto Paraná, que busca revivir un fragmento del pasado profundo de Paraguay: el Tape Aviru, una red de senderos ancestrales de los pueblos originarios guaraníes prehispánicos, cargado de simbolismo espiritual, histórico y cultural. Este camino alguna vez conectó el Atlántico con los Andes.
El tramo recorrido hasta ahora ofrece vistas espectaculares del río Monday, cañones y bosques autóctonos. “Este sendero atraviesa lo más profundo de nuestra historia, pero también de nuestra esencia como comunidad que valora su entorno”, relata el ingeniero Javier Durán, un entusiasta voluntario del Club de Corredores que trabaja en este proyecto.

En una de las expediciones –contó-, el equipo bordeó la Reserva Maharishi y descubrió un embarcadero natural que podría haber servido como punto final de los viajes en canoa de los guaraníes. Allí, entre el verde y el susurro del agua, quedó claro que el Tape Avirú es un viaje al pasado que proyecta posibilidades hacia el futuro. El proyecto, asegura Durán, no solo busca conectar puntos geográficos, sino también personas e historias.

La recuperación del sendero no es una tarea fácil, requiere de investigaciones históricas, prospecciones en terreno y un arduo trabajo de documentación. “Era una red extensa de arterias antes de la llegada de los colonizadores europeos. Posteriormente fue también muy utilizada por los jesuitas para su tarea evangelizadora. Somos un grupo de 60 personas con un sueño común: devolver al Tape Avirú su lugar en nuestra historia y convertirlo en un legado para el futuro”.

El equipo planea conectar los esfuerzos con un grupo similar que está redescubriendo el sendero en el Departamento del Guairá, sumando un total de 220 kilómetros, desde el río Paraná, en Presidente Franco, hasta Itá Letra (Piedra con Letra), de la compañía de Ytororo, distrito de Villarrica. La meta final es organizar una gran travesía en 2025, uniendo ambos extremos del Tape Avirú en una experiencia única de deporte, cultura e historia. Este proyecto se maneja con recursos propios de cada socio del club.

Durán considera que en el club están convencidos que la revitalización del sendero ofrecerá oportunidades económicas para las comunidades a lo largo de su recorrido, propiciando la creación de posadas rurales, venta de alimentos y bebidas típicas, y la organización de actividades culturales podrían ser solo algunas de las iniciativas que podrían surgir.

“Este proyecto puede revitalizar comunidades enteras, fomentando un turismo que valore la identidad local y promueva el empleo sostenible. Los caminos emblemáticos en el mundo traen beneficios que van desde el ejercicio físico hasta el fortalecimiento de la identidad cultural. Aquí, además, podemos contar nuestra historia al mundo, generando un impacto positivo en múltiples niveles”.

EXPERIENCIA DE VIDA. El Tape Avirú no es solo un camino. Es un tejido que entrelaza espiritualidad y supervivencia. “La historia une el pasado con el presente, no solo es memoria, sino una experiencia de vida”, señala el historiador Fidel Miranda Silva, quien colabora en el proyecto.

Relata que esta red de senderos guaraníes conectaba pueblos originarios en busca de la “Tierra sin Mal” (Yvy Marane’y). También servían para el comercio, el intercambiocultural y la exploración. Era una red estratégica, con fines espirituales y prácticos, que aún resuena en nuestra identidad”.

Además de su valor espiritual, el camino fue testigo de episodios históricos relevantes. Entre ellos, la travesía de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en 1542, quien recorrió la región de las Tres Fronteras y utilizó esta vía para dirigirse hacia Asunción. Registros históricos indican que el sendero bordeaba la margen sur del río Monday, facilitando el acceso al agua y evitando los meandros.

Silva destacó que Alejo García fue el primer europeo en cruzar el río Paraná en 1524. “Viene hasta el río Yguazú, baja y cruza el Paraná. Luego viene la ruta de Cabeza de Vaca, en 1542, que rompe el esquema de entrar por el Río de la Plata, porque por esa vía se perdían muchos barcos, muchas vidas. A partir de ese momento los europeos que vienen a Paraguay pasan a utilizar este camino mostrado por los indígenas”.

Desde hace año y medio, el Club de Corredores de Trail y Eco Ñamandú trabaja en la ubicación de un camino que atraviesa el Alto Paraná y que alguna vez conectó el Atlántico con los Andes.
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