Eduardo Villalba
@favillalba90
En una entrevista concedida a Última Hora, Eric Parrado, economista jefe y gerente general del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), comparte su visión sobre los avances de nuestro país en el contexto regional y los desafíos todavía existentes para lograr un crecimiento sostenible en el tiempo, que permita reducir las desigualdades y la pobreza.
–¿Cuáles son los principales desafíos y oportunidades que enfrenta la región para lograr un crecimiento económico sostenible?
–América Latina enfrenta un momento crucial. El crecimiento potencial se mantiene bajo, cerca del 2,5%, debido a una productividad estancada, deficiencias en infraestructura y alta informalidad laboral. Sin embargo, la región cuenta con oportunidades significativas en la transición verde, las cadenas de valor, la integración regional, la seguridad alimentaria y la adopción de la digitalización y nuevas tecnologías, incluyendo la inteligencia artificial. En este contexto, tenemos que enfatizar la importancia de implementar reformas estructurales.
–¿Cómo se compara Paraguay en términos de crecimiento y estabilidad económica con otros países de la región?
–Paraguay destaca positivamente en el contexto regional. Con un crecimiento del 4,7% en 2023, fue una de las economías más dinámicas de América Latina. El país ha mantenido la inflación controlada cerca del objetivo del 4% y una deuda pública manejable del 40% del PIB. La obtención del grado de inversión por parte de Moody’s en julio de 2024 refleja esta solidez macroeconómica, respaldada además por reservas internacionales adecuadas y un marco institucional fortalecido. Este desempeño es particularmente notable considerando el contexto global desafiante y las turbulencias que han afectado a varios países de la región. Los indicadores macroeconómicos de Paraguay muestran una resistencia destacable a los shocks externos, resultado de años de políticas prudentes y reformas estructurales. La combinación de estabilidad macroeconómica y crecimiento sostenido posiciona al país como un ejemplo de gestión.
–¿Qué factores considera que han contribuido a que Paraguay mantenga su estabilidad macroeconómica en los últimos años?
–La estabilidad se sustenta en varios pilares fundamentales: Un marco macroeconómico robusto con metas de inflación, una gestión fiscal prudente guiada por la Ley de Responsabilidad Fiscal, y una gestión efectiva de la deuda pública. El país ha perseguido una estrategia que combina esfuerzos para diversificar la estructura económica y apalancar el crecimiento de la productividad. Un aspecto particularmente destacable es la continuidad de las políticas económicas y el avance en reformas estructurales, incluyendo la Ley de Adquisiciones Públicas, la creación de una agencia unificada para la administración tributaria, la regulación de Entidades de Jubilaciones y Pensiones y la Ley de Organización Administrativa del Estado. Adicionalmente, el Gobierno también tiene una agenda de futuras reformas que incluyen la promoción de la eficiencia en el servicio civil, la expansión de participación del Estado en las obras de infraestructura, de manera a incentivar la inversión privada, y la sostenibilidad financiera del sistema de jubilaciones y pensiones del sector público. Esta consistencia ha permitido construir credibilidad institucional y fortalecer la confianza de los mercados internacionales. El reciente grado de inversión otorgado por Moody’s no es un logro aislado, sino el resultado de años de construcción institucional y manejo responsable de la economía.
–¿Qué impacto pueden tener los problemas como la informalidad y la dependencia de las exportaciones agrícolas en el crecimiento futuro del país?
–Estos representan desafíos críticos para el desarrollo sostenible. La informalidad afecta a más del 60% de los trabajadores, limitando la productividad laboral, reduciendo la base tributaria y dificultando el acceso a la protección social y la inclusión financiera. El sector informal propaga la falta de transparencia en el sector productivo y genera competencia desigual entre las empresas. Por su parte, la dependencia de las exportaciones de commodities acentúa la vulnerabilidad de la economía a los shocks externos y climáticos. Las exportaciones se concentran en bienes primarios y energía, se dirigen principalmente a cinco destinos y se han mantenido así en las últimas décadas. Esta estructura ha resultado en una participación limitada en las cadenas globales de valor, que se ha reducido progresivamente desde el fin del super ciclo de los commodities. Ambos factores requieren atención prioritaria en la agenda de desarrollo. Abordar estos desafíos requiere un enfoque integral y de largo plazo. En el caso de la informalidad, se necesitan reformas que simplifiquen la regulación empresarial y reduzcan los costos de la formalización, mientras se mejoran los beneficios de operar en el sector formal. Respecto a la dependencia agrícola, la clave está en la agregación de valor y la diversificación productiva.
–¿Qué estrategias podría adoptar Paraguay para reducir la desigualdad y fomentar un crecimiento más equitativo?
–Se requiere de una agenda integral que aproveche el bono demográfico y fortalezca los servicios sociales. Se estima que la población potencialmente productiva, que representaba el 61% de la población total en 2022, alcanzará su punto más alto hacia 2038. Esta ventana demográfica presenta una oportunidad única para acelerar el crecimiento económico. Paraguay ha logrado avances significativos: el PIB per cápita real creció 55,3% entre 2004 y 2023, muy por encima de lo logrado por la región. Mientras que la pobreza se redujo de 48,8% a 22,7% y la desigualdad, medida por el coeficiente de Gini, disminuyó de 0,58 a 0,45. Sin embargo, persisten desafíos, especialmente en zonas rurales y entre la población infantil. La agenda de desarrollo debe incluir más y mejor inversión en capital humano, fortalecimiento de programas de protección social y promoción de la inclusión financiera. Las prioridades incluyen aumentar la participación laboral femenina, mejorar la calidad educativa, desarrollar infraestructura en zonas rezagadas y apoyar a mipymes para que sean más eficientes. Las políticas activas de empleo y formación profesional son también fundamentales para reducir brechas socioeconómicas. La experiencia internacional demuestra que la reducción de la desigualdad no solo es un imperativo social sino también económico. Las sociedades más equitativas tienden a mostrar un crecimiento más sostenible y resistente a los shocks. Por ello, la inversión en reducción de desigualdades debe verse como una inversión en el futuro crecimiento económico del país, no como un gasto social aislado.
Eric Parrado es economista jefe y gerente general del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo desde marzo de 2019. Desde 2014 hasta 2018 fue superintendente de Bancos e Instituciones Financieras de Chile. Es profesor visitante de la Universidad de Oxford y de la ETH Zürich, entre otros.