Para un país como el nuestro, mediterráneo y de pequeñas dimensiones, es imprescindible tener una política exterior extremadamente hábil e inteligente para desarrollarnos en el hostil, complejo y cambiante mundo actual.
Recordemos que una buena política exterior siempre tiene que tener como norte la defensa del “interés nacional” que en el fondo es la supervivencia, la seguridad y la prosperidad de la nación.
Sin embargo, desde sus inicios el Gobierno actual demostró que un foco importante de su política exterior era la defensa de intereses particulares, siendo el más importante el de levantar las sanciones norteamericanas que pesan sobre el líder del movimiento Honor Colorado.
Con ese objetivo el Gobierno se alineó totalmente con la candidatura de Donald Trump –esperando que el mismo ganase las elecciones– ignorando al gobierno demócrata de Biden, pidiendo la salida de su embajador y visitando solamente a líderes republicanos en el Congreso norteamericano.
Una vez que Trump llegó al poder, se alineó con los objetivos de este, como, por ejemplo, trasladar nuestra Embajada en Israel, de Tel Aviv –donde se encuentran 90 embajadas– a Jerusalén donde solamente se encuentran 5 embajadas… la de Estados Unidos, Honduras, Guatemala, Kosovo y Nueva Guinea.
Este hecho molestó sobremanera al mundo árabe, de donde podemos recibir importantes inversiones de países como Arabia Saudita, Qatar y Dubái, por citar algunos.
El alineamiento con un agresivo Trump nos puso en un enfrentamiento directo con casi todos los países de las Américas, en algunos casos por razones ideológicas con los gobiernos de izquierda y en otros casos por razones económicas, debido a los aranceles aplicados a muchos países.
Ante esta situación no debe extrañarnos que una candidatura como la de Ramírez Lezcano, que se presentaba como apoyada por el Gobierno de Trump, no obtuviera el apoyo de casi ningún país de la región.
Pero lo peor fue que ni los mismos Estados Unidos, de Trump, finalmente apoyaron la candidatura y nuestro gran vecino, el Brasil, nos dio un portazo muy poco diplomático, liderando un movimiento de varios países de Sudamérica que no apoyaron la candidatura paraguaya.
Ante esta realidad, retiramos la candidatura de Ramírez Lezcano y el candidato de Surinam fue electo por unanimidad.
Creo que este fracaso internacional debe hacernos pensar muy profundamente y reformular nuestra actual política exterior. El gran cambio de enfoque debería ser priorizar nuestras relaciones regionales sobre las otras y, en ese sentido, las relaciones con el Brasil y con la Argentina deben ser siempre nuestra prioridad.
Para el Paraguay, su relación con el Brasil y con la Argentina es mucho más importante que su relación con los Estados Unidos.
Ellos son nuestros vecinos, son nuestros principales socios comerciales, siendo el destino del 63 por ciento de nuestras exportaciones en general y el 73 por ciento de las exportaciones industriales bajo el régimen de maquila. Con ellos, tenemos Itaipú y Yacyretá, tenemos el Mercosur y son nuestras vías de salida al mar por agua y por tierra.
También tenemos problemas que debemos enfrentar juntos, como el tráfico de drogas, de armas y el lavado de dinero y tenemos los problemas del crimen organizado como el PCC y el Comando Vermelho.
Si el “interés nacional” es preservar la supervivencia, la seguridad y la prosperidad, para todo ello son fundamentales nuestras relaciones con el Brasil y la Argentina antes que con los Estados Unidos.
Tenemos que reformular nuestra política exterior.