Se estima que las temperaturas trepen por primera vez a los 40 grados centígrados, por lo que las autoridades británicas han pedido a la población que tome precauciones, teniendo en cuenta que las viviendas del país no están preparadas para este calor.
Esta alerta roja, la advertencia más alta que emite la Met por el calor, está pensada sobre todo para Londres y centro de Inglaterra, mientras que se advierte de que las altas temperaturas pueden provocar cancelaciones de trenes o de vuelos.
Esta ola de calor “excepcional el lunes y martes” puede tener impactos “generalizados en las personas y la infraestructura”, indicó la Oficina de Meteorología al emitir la alerta.
El portavoz de la Met, Grahame Madge, señaló a los medios que habían emitido “una advertencia roja por calor extremo para el lunes y el martes, la primera advertencia de este tipo que haya sido emitida”.
“La advertencia cubre un área desde Londres hasta Manchester y luego hasta el Valle de York (norte inglés). Esta es potencialmente una situación muy grave”, agregó.
El Gobierno celebró ayer una reunión de emergencia Cobra, integrada por representantes de varios departamentos, para evaluar la respuesta de las autoridades ante esta ola de calor.
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Entre otras cosas, se ha preparado a la Sanidad pública (NHS, en inglés) para atender a personas vulnerables.
Se espera que las temperaturas superen los 38 grados y lleguen incluso a los 40 grados, algo sin precedente en el Reino Unido, donde la mayoría de las viviendas no tienen aire acondicionado.
El secretario de Estado del gabinete, Kit Malthouse, señaló a los medios que lo principal es “preparar” a los servicios del Gobierno y que es fundamental que la gente cuide de “los grupos más vulnerables”, como niños y ancianos.
Las autoridades han pedido a la población que mantenga un alto nivel de hidratación, que cierre las cortinas de casa y no se exponga al sol en la mitad del día.
La Met ha indicado que las altas temperaturas responden al aire caliente procedente del sur de Europa continental.
Esa oficina avisó en una nota de que la población puede experimentar efectos adversos para la salud que no estarán limitados a las personas más vulnerables –como niños y ancianos–, sino que puede derivar en “enfermedad grave o peligro de vida”.