Hace menos de un mes, una creciente ola de manifestaciones ciudadanas logró que el diputado colorado José María Ibáñez –quien había admitido ante la Justicia haber cometido hechos de corrupción para evitar ir a la cárcel– se vea obligado a renunciar al Congreso, ante la posibilidad de ser expulsado como legislador.
A la noche siguiente de ese histórico logro ciudadano, un reducido grupo de personas se dieron cita en la plaza principal de Luque y desde allí marcharon hasta la residencia del senador colorado Óscar González Daher para protagonizar actos de escrache o repudio contra su persona, exigiendo que también renuncie a su cargo de legislador o sea privado de su investidura, por su comprobada participación en hechos de corrupción.
González Daher, un poderoso caudillo colorado que manejaba los hilos del poder en Luque y en varias estructuras del Estado, como el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, cuya presidencia ocupó hasta diciembre de 2017, ya había sido denunciado en una serie de reportajes publicados por Última Hora y Telefuturo, en agosto de 2010, demostrando cómo unos 65 inmuebles de su propiedad evadían groseramente el pago de impuestos inmobiliarios desde su empresa Príncipe di Savoia. En esa ocasión, la Fiscalía abrió una carpeta investigativa, pero las fuertes influencias del legislador lograron trabar y congelar el proceso, que recién ahora vuelve a ser abierto.
En el 2017, la divulgación a través de la prensa de unas conversaciones telefónicas pusieron en evidencia que González Daher utilizaba sus cargos para cometer hechos ilícitos de tráfico de influencia y negociar fallos judiciales, entre otros delitos.
Ante el escándalo desatado, el legislador oficialista tuvo que renunciar al JEM. La presión ciudadana hizo que también se aplicara el proceso de pérdida de investidura en el Poder Legislativo, aunque volvió a ser reelecto como senador en el 2018, en la lista sábana, como integrante número 3 de la propuesta del Partido Colorado.
Tras 22 días y noches de continuas manifestaciones de ciudadanos indignados contra la corrupción frente a su domicilio, Óscar González Daher decidió presentar ayer su renuncia como miembro del Senado, en un intento por evitar una nueva expulsión. Más allá de lo que se resuelva con respecto a este caso –aceptar la renuncia o llevar adelante la pérdida de investidura–, el desenlace constituye una victoria de la ciudadanía movilizada contra los políticos involucrados en hechos de corrupción.
Es de esperar que esta oleada de indignación no se detenga y se pueda seguir limpiando de indeseables las estructuras del Estado.