Este espécimen de reptil gigante fue descubierto en 1989 en la isla antártica Marambio, los restos recién se terminaron de rescatar en 2017 y ahora se conservan en el Museo de la ciudad de La Plata (60 kilómetros al sur de Buenos Aires).
“La colecta se realizó a lo largo de muchos años y han participado muchos equipos”, destacó el paleontólogo José O’Gorman a la Agencia Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Nacional de La Matanza.
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Los científicos han encontrado parte de su columna vertebral, de sus aletas anteriores y posteriores y algunos elementos de la cintura escapular.
O’Gorman, que trabaja en el Museo de La Plata como investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina, destacó que el ejemplar hallado, que medía unos 11 metros y su masa corporal superaba las 12 toneladas, “es el elasmosáurido más grande del mundo”.
“Debido al gran tamaño de este espécimen, su rescate se realizó durante sucesivas campañas del Instituto Antártico Argentino y su rescate culminó en 2017", precisó el experto, autor principal de un estudio sobre este descubrimiento publicado recientemente por la revista científica Cretaceous Research.
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Los elasmosáuridos formaron parte de la gran familia de los plesiosaurios y el reptil gigante hallado en la Antártida integró la subfamilia de los aristonectinos, que tenían el cuello un poco más corto, vértebras mucho más robustas y un cráneo mucho más grande.
¿Cómo captura a sus presas?
“La hipótesis que podría explicar el gran tamaño de este nuevo ejemplar, y que parece estar progresivamente apoyada por las evidencias, es que los aristonectinos tenían un modo de captura de sus presas diferente al resto de los elasmosáuridos”, apuntó O’Gorman.
Se cree que, en lugar de capturar a sus presas de manera individual, estos animales abrían la boca y capturaban a un gran número de pequeñas presas al mismo tiempo, como crustáceos, en forma similar a cómo capturan su alimento las ballenas actuales.
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“Las ballenas aprovechan una rugosidad que poseen en el paladar para atrapar al microplancton, en tanto que consideramos que los aristonectinos usaban la batería de dientes como una especie de trampa, en la que quedaba una gran cantidad de animales atrapados y expulsaban el agua”, explicó el paleontólogo.
El ejemplar encontrado es el elasmosáurido más cercano a la extinción de los dinosaurios que se haya descubierto en la Antártida.
Meteorito ocasionó desaparición de especies
“Este hallazgo es muy próximo al final del Cretácico, cuando se estima que cayó un gran meteorito y ocasionó la desaparición de muchas especies”, apuntó Marcelo Reguero, investigador del Instituto Antártico Argentino y del Museo de La Plata.
Según O’Gorman, este descubrimiento refuerza la idea de que la extinción registrada hace 65 millones de años fue “catastrófica” porque este ejemplar vivió unos 30.000 años antes, “muy próximo a ese suceso”, lo que demuestra que el ambiente marino de la Antártida “continuaba soportando animales de gran tamaño”.
“Pareciera que no hubo una preparación, que fue una extinción masiva sin previo aviso”, observó.
En el sitio del hallazgo, el centro de la isla Marambio, también se encontraron vértebras muy pequeñas de “plesiosaurios bebé”, lo que hace suponer que “allí había un mar bastante tranquilo, donde los plesiosaurios tenían como una especie de guardería para las crías de la especie”, comentó Reguero.