03 may. 2025

Resentimiento

Las opiniones del presidente Santiago Peña sobre los casos de nepotismo en la función pública nos dan una idea clara de cómo es el Gobierno actual. Justifica totalmente la cuestión, habla de un problema “ético y moral”, más que legal, a pesar de que existe una ley del 2014 que sanciona este hecho con la inhabilitación para la función pública de hasta 5 años y la nulidad del acto jurídico.

Sin embargo, la constante es la justificación a través del ataque a la prensa y al Gobierno anterior, pese a que este era del mismo partido político. En este caso, dijo que Mario Abdo Benítez cometió nepotismo al nombrar a su hermano como ministro de Hacienda, pero que la prensa no dijo nada.

Lo peor es que el mismo Santiago Peña, en su cuenta de la red social X, había celebrado la designación del mismo como ministro, por ser una “persona de sobrada experiencia y solvencia profesional”, para desempeñarse en el cargo, según publica el diario colega Abc.

“A los efectos de la presente ley, se entenderá por nepotismo, cuando una persona, facultada para nombrar o contratar en cargos públicos, realiza uno de esos actos a favor de su cónyuge, concubino o parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad, en violación a las normas que regulan el acceso a la función pública”, señala el primer artículo de la Ley 5295 que habla del tema.

Aunque esta normativa bien puede ser esquivada, ya que el contraargumento sería que tanto el vicepresidente como los diputados y senadores no nombraron a sus parientes en la función pública, sino que fue el presidente de la Cámara de Diputados, que tampoco es pariente de los nombrados.

No obstante, aunque rige la presunción de inocencia, lo más probable es que el nombramiento se dio a pedido de los parientes, sin que los contratados o nombrados hayan pasado por los concursos de cargos correspondientes.

Ahora bien, es innegable y no descubro la pólvora al decir que, como dicen los abogados, existe odio, enemistad o resentimiento del presidente Santiago Peña hacia su antecesor, evidentemente, por influencia de su mentor y financista de su campaña.

Pero esto debe ya superarse, debido a que es la ciudadanía la que sufre. Por citar ejemplos: el puente Defensores del Chaco, una obra más que útil para la ciudadanía, ya que ahorraría horas de viaje a las personas que viven en el Chaco, no es habilitada. Se entiende que es porque fue obra del anterior Gobierno, o no sé qué otras razones pudiera haber, pero son cuestiones políticas. Lo lamentable es que la construcción se deteriora sin usarse.

Lo mismo pasa con los edificios para las oficinas del Gobierno, concluidas en la administración anterior, que se encuentran en el Puerto de Asunción, que en teoría iban a ahorrar unos USD 10 millones al Estado en alquileres, no son utilizadas, porque –según se puede deducir– fueron construidas con el anterior presidente.

Es más, las trabas para la utilización de las oficinas vinieron de la Comuna de Asunción, a cargo de un intendente afín al grupo del presidente actual, lo que a todas luces pareció una cuestión política. Las construcciones ya se están deteriorando sin que sean utilizadas, con lo que luego se deberá gastar dinero para poner de nuevo en condiciones.

Por supuesto hay otros ejemplos de lo que digo, como las tres cárceles con pabellones de máxima seguridad, dos de ellas que aún no funcionan. Al parecer, la consigna es culpar de todo al anterior Gobierno, como justificando los problemas actuales. Pero Peña es el que está ahora en la silla presidencial y el que debe cumplir sus promesas electorales.

Este odio, enemistad o resentimiento debe ser superado, porque habla muy mal del nuevo mandatario, con un comportamiento que raya lo infantil, que va en contra de los intereses del país. Si el presidente quiere vengarse de su antecesor que lo haga, pero no a costa del pueblo.

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