El excombatiente revisa su cuello para buscar la cicatriz que le dejó lo que califica como un “plomo guasu” y del que sobrevivió tras una intervención a tiempo.
Perteneció al regimiento de Infantería Nº 17 Yataity Corá, lo recuerda claramente. “Heta che uhéi” (Tuve mucha sed). Esto es lo que más resalta de la guerra.
Al ser consultado cómo se sintió al culminar la contienda, él responde: “A la p… avy’a (feliz). Ya estuve tranquilo”, comenta sonriendo, sentado en un sillón, bien abrigado y listo para recibir un nutritivo desayuno.
El secreto de su bienestar es el cuidado y la alimentación, dice su hija Marina. Es amante del vori vori, so’o apu’a, kumanda, chipa so’o, chipa guasu entre otras comidas tradicionales del país. Consume una leche especial y un despliegue de medicamentos.
Don Isidro es oriundo de Villarrica, pero desde hace décadas reside en San Lorenzo, y hace 15 años vive con su hija Marina y su nieta Viviana Invernizzi, en zona de Calle’i”.
El veterano no recuerda mucho reconocimiento por parte de las autoridades. Consideró que en Bolivia, los excombatientes a pesar de que perdieron la guerra son más valorados.
Los familiares comentan que incluso fueron ellos los que se acercaron al Municipio de San Lorenzo para solicitar que don Isidro sea declarado hijo dilecto por la llegada de su reciente cumpleaños, el 15 de mayo. “Consideramos que los homenajes tienen que ser ahora que está vivo”, señala su nieta Viviana. KG