La revolución tecnológica se expande a pasos agigantados y cuando hoy se lanzó una novedad, a la semana podría ya quedar obsoleta o con obligación de actualizarse; mientras que el cambio climático y sus consecuencias obligan a mantener la mente ocupada en estrategias sociales, empresariales y gubernamentales para amainar sus efectos, mediante las mejores prácticas con el fin de permanecer en un mundo más armónico y respetuoso del medioambiente.
Cuando hablamos de sostenibilidad, tratamos de enfocar integralmente los desafíos y las costumbres en cuanto a las transformaciones del mundo natural para provecho de la humanidad, pero con la menor influencia negativa, ya que el mero extractivismo de tiempos anteriores pasó (y sigue pasando) mucha factura al planeta.
La degradación de los ecosistemas habla cabalmente de ello. Se buscan las maneras en que los procesos de producción afecten lo menos posible al entorno, y que la circularidad se vaya instalando en más ámbitos, puesto que muchos recursos se están agotando y diariamente observamos sus consecuencias, muchas de ellas ya nefastas en el clima.
En todos los órdenes donde se aplican estas estrategias, ya pasó a constituir un elemento holístico, cada vez más abarcador y no solamente una moda del momento. Los ámbitos donde se diseñan y ejecutan esas prácticas correctas van tomando cada vez más conciencia de los beneficios (ambientales, sociales y económicos) de transitar el camino de la sostenibilidad en los procesos, atendiendo a que las próximas generaciones también tendrán derecho a respirar aire puro y a disfrutar de lo que la naturaleza brinda en su magnífica condición.
La difusión, los eventos que se ocupan de esta problemática y sus retos, además de los líderes de opinión que enarbolan estas prácticas, vienen concienciando en torno a los enormes y reales peligros para el ambiente si no existe variante en las prácticas de transformación y recuperación de materias primas utilizadas, mediante la circularidad, y Paraguay brinda ejemplos de algunas de estas estrategias, si bien aún falta mucho por recorrer para aplicar, por ejemplo, una correcta disposición de la basura.
En tanto que el avance de la inteligencia artificial, a través de herramientas como el Chat GPT, contempla nuevos paradigmas nunca antes abordados, relativos a la rapidez suprema en los procesos, pero también en el mundo de la ética y los riesgos que pudieran existir a la hora de generar contenidos e interpretar el mundo que nos rodea.
Existen intereses sectarios, que responden más a grupos de poder antes que un anhelo de mejorar las condiciones de vida de la mayoría. Hay una línea muy delgada entre una condición más tangible y la realidad paralela que se genera en el espectro virtual y lo que los poderosos motores tecnológicos buscan que uno crea o interprete, ya que los algoritmos modelan el pensamiento muchas veces con intenciones nada santas.
Como en todos los procesos revolucionarios de la sociedad y que generan profundos cambios y efectos de toda laya, es imperioso tomar conciencia de los alcances en la incorporación de nuevas tecnologías, a la par de abrir más los ojos ante una realidad en que el calentamiento global no es invento de pequeñas comunidades científicas, que vienen alertando cada vez con más fuerza sobre los escenarios de degradación al que ya nos enfrentamos.
La condición humana convive ya día a día con estos fenómenos incorporados. Dependerá de su correcta utilización o abordaje que el ciclo de la vida no derive en las distopías que ya nos viene adelantando la ciencia ficción.