04 may. 2025

Riera y sus hilachas

Miguel H. López | En TW: @miguelhache

Enrique Riera (hijo), a la sazón ministro de Educación y Ciencias y representante del gobierno de Cartes, parece creer que los estudiantes, sus padres, sus parientes, la población, le deben agradecer por la educación. Lejos de reparar en que es un derecho de las personas acceder a ella y una obligación del Estado disponer recursos y condiciones básicas y seguras para la escolarización, solo busca instalar un discurso distractor, abusivo de sofismas y ejecutar formalidades que sirven para los informes anuales de gestión, pero ineficaces e ineficientes para resolver los problemas reales del sistema y las personas.

En este momento, lo que menos le interesa es el compromiso del Estado. Él está en campaña electoral por el candidato cartista, Santiago Peña. Parte de ese asunto es que anunció un aumento salarial a los docentes del 12% por los próximos cuatro años, para desactivar la huelga que llevaron adelante días atrás por el 16%; e insiste en que los acuerdos con los estudiantes, asumidos el año pasado, están en marcha. El martes los jóvenes de colegios públicos y privados se movilizaron masivamente y desmintieron sus afirmaciones. Lo que le molestó. Entonces buscó tergiversar la naturaleza de la protesta señalando que los secundarios tenían como estandarte la figura de un dirigente ex secundario –hoy de la juventud liberal– procesado por los eventos que envolvieron a la quema del Congreso la noche en la que la policía de Cartes asesinó en el local partidario al político Rodrigo Quintana.

En su juventud, Riera ostentaba un discurso y una práctica amplia y, por lo menos, democrática. Hoy, después de ocupar tantos cargos y tener que defender a varios gobiernos de su partido (Colorado), trasunta los mismos vicios autoritarios y descalificadores de las críticas que no le gustan o le interpelan.

Al calificativo de dictadura con el que le califican los estudiantes, responde que él es hijo de un integrante del Mopoco preso 37 veces durante la dictadura stronista. Finalmente, era su padre; no él. Y sus prácticas recuerdan melindrosidades del stronismo.

El sistema educativo nacional sigue en pésimas condiciones. La precariedad de muchas instituciones es vergonzosa y vergonzante y el presupuesto educativo sigue vegetando, sin proyecciones reales, aunque en los discursos lo aparenten.

El ministro debe saber que su obligación es hacer que la educación en el país no siga siendo lo que es. Que su función, si el propósito es que el modelo pedagógico sirva para algo, no es justificar el statu quo ni la incapacidad, sino revertir los malos índices.

La mediocridad sigue siendo la cara principal del sistema. El MEC sigue reproduciendo lo mismo. Y con actitudes autoritarias, lo único seguro es el abismo.