El cierre fue promovido por la propia alcaldía de la ciudad más emblemática de Brasil en el marco de un proceso de “desinstitucionalización” de los pacientes psiquiátricos, que fueron enviados a las residencias de sus familiares, que pasaron a recibir subsidios para ayudar en el sostenimiento, a pequeñas casas de acogida y terapia, o incentivados a vivir solos.
El cierre del Franco da Rocha, como era conocida la última unidad que quedaba en operación del Juliano Moreira, el que fuera uno de los mayores psiquiátricos de Brasil, supone un marco en la lucha contra los manicomios en el país, producto de un movimiento que surgió en la década de 1970 para reformar y humanizar los tratamientos psiquiátricos.
La entonces llamada Colonia Juliano Moreira, ubicada en Jacarepaguá, un apartado barrio en la zona oeste de Río de Janeiro, llegó a contar en su auge con 5.300 pacientes, distribuidos en sus 79 hospitales, unidades y pabellones.
El psiquiátrico pertenecía al Gobierno federal de Brasil y recibía pacientes de todo el país hasta ser transferido a la Administración municipal en 1996.
Tras la decisión de no recibir nuevos pacientes, los que estaban internos comenzaron a ser distribuidos entre las residencias de sus familiares o las llamadas residencias terapéuticas, explicó la secretaría municipal de Salud en un comunicado.
De los pacientes que vivían internados en el manicomio cuando se decidió el cierre de sus puertas, 567 fueron distribuidos en 97 residencias terapéuticas.
“Son personas que vivieron 40 o hasta 50 años internadas. Ahora conseguimos superar esa página y comenzar a construir en el siglo XXI un Río de Janeiro sin manicomios”, afirmó el superintendente de Salud Mental de la secretaría de Salud, Hugo Fagundes.
Tanto en sus residencias como en las unidades terapéuticas o en sus propias casas -los habilitados a vivir solos-, los pacientes dados de alta siguen siendo tratados por profesionales del Centro de Atención Psicosocial de la municipalidad, pero ahora a domicilio.
De acuerdo con el especialista, el cierre del último manicomio de la ciudad “completa un ciclo importante en la historia de la reforma psiquiátrica de Río de Janeiro, únicamente posible tras la construcción de un sistema de salud capaz de ofrecerle a las personas mejor calidad de vida y la reintegración en la vida social”.
El cierre del complejo psiquiátrico Juliano Moreira se produjo un año después de la clausura del Instituto Nise da Silveira, otro conocido manicomio de la ciudad y en el que comenzaron a ser desarrollados tratamientos más humanos para los pacientes con problemas mentales.