07 abr. 2025

Rivas, mi hijo, quedate nomás

El expresivo discurso de la senadora Yolanda Paredes se convirtió en trending topic. “¿Qué vamos a hacer con la corrupción del Poder Judicial, Hernán Rivas? Te recuerdo que el primer acto de corrupción es aceptar un cargo para el cual no estás preparado”.

Esto sucedió cuando algunos senadores opositores solicitaron su renuncia como representante del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM) “por su notoria falta de idoneidad y honorabilidad. Mientras Yolanda sostenía que “el Partido Colorado puso a los peores, ¿por qué pio así?”, un incómodo Rivas intentaba superar el momento haciendo como que hablaba con otros parlamentarios. Fue peor, pues, como una madre enojada con su niño, la senadora lo reprendió con un “nos faltás el respeto, Hernán, dando la espalda a la gente que te está hablando. Ya que estás en ese cargo, da la cara, mi hijo”.

No la debe estar pasando bien el senador. Cuando finalmente habló, reconoció que no tiene la misma preparación de otros miembros del Jurado, pero que trata de capacitarse todos los días. Esta justificación podría admitirse en otros cargos, pero no en alguien ya convertido en juez de todos los jueces. Esa sola admisión —innecesaria, por obvia— demuestra por sí sola que el puesto de presidente del JEM le queda desmesuradamente grande. En el Senado hubo algunas voces que lo apoyaron, argumentando que todo era legal. Pero no es fácil defenderlo, pues el hecho de que Rivas sea el presidente del JEM es un absurdo. Nunca ejerció el derecho —hay quienes dudan de su título de abogado—, tiene embargada la mitad de su sueldo por deudas enormes, mientras parece haberse enriquecido enloquecidamente desde que llegó al JEM. No es una persecución de unos pocos parlamentarios opositores. Es una opinión generalizada en los ámbitos políticos y sociales, y es imposible disimularlo. Enrique Kronawetter, representante del Consejo de la Magistratura ante el JEM, le solicitó que deje el cargo y Óscar Paciello renunció a la vicepresidencia del órgano ante la falta de explicaciones de Rivas sobre las denuncias. Ambos parecen haberse dado cuenta del error cometido al sumarse a la inexplicable unanimidad que llevó a Rivas a la presidencia. También el Colegio de Abogados lo califica como incapaz “de examinar correctamente un texto jurídico”. El documentó no apeló a eufemismos; afirma que le faltan “idoneidades técnicas y éticas requeridas para juzgar a los magistrados y agentes fiscales”. ¿Puede haber algo más humillante que te digan esto?

Pero a la gente como Hernán David Rivas no le entran balas. Se quedará, por supuesto. Y, ya que así será, aprovechemos para usarlo como un atractivo caso de estudio de la política paraguaya actual. Rivas es un paradigma fiel de lo que le pasa al país.

Veamos. Está en un lugar en el que no debería estar. Pero el Patrón se ha empecinado en mantenerlo, pese a que la ANR tiene en el Senado a abogados muy preparados. La orden no se discute. El proyecto presentado en el Senado fue a parar al basurero con los votos de la mayoría colorada. Pero eso sirvió también para comprobar que el Partido Colorado utilizará la aplanadora sin mirar a los costados. Y la babosa fidelidad con la que sus senadores satélites responderán.

Todos ellos saben que la presidencia de Rivas llevará la credibilidad del JEM a los niveles de subsuelo moral al que lo arrastró Óscar González Daher, pero nadie se anima a contradecir la consigna superior. Más desapacible y chirriante resulta el silencio de los jueces y fiscales.

Didáctico, el presidente del JEM. Nos enseña que el problema no es su falta de lectura comprensiva, sino mucho más profundo. Rivas es el retrato de una sociedad atrapada por una estructura política que asfixió la educación y se apoderó de todas las puertas de salida. Sacarlo a Rivas no cambia eso. Lo que hay que entender es cómo pudo haber llegado allí. Por eso, es irrelevante que él renuncie o no. Hasta estoy tentado a decir que no vale la pena que se vaya.

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