A primera hora de la mañana, se celebró un oficio religioso en la base de Vidiáevo, a orillas del mar de Bárents, el lugar desde donde zarpó el Kursk hacia su última travesía, informaron las autoridades locales.
También se oficiará un misa de réquiem por los fallecidos en el desastre naval en la catedral de San Nicolás de los Marinos de San Petersburgo, la segunda ciudad del país y cuna de la Armada rusa.
Tras el oficio religioso, se celebrará una ceremonia con honores militares en el memorial del Kursk en el cementerio Serafín de San Petersburgo.
A las 11.28 horas de Moscú (09.28 GMT) del 12 de agosto de 2000, cuando el Kursk participaba en unos ejercicios navales en el mar de Barents, una explosión en el compartimento de torpedos destruyó la proa del submarino y provocó su hundimiento.
La cúpula militar rusa, como se supo más tarde, ocultó en un primer momento la magnitud real de catástrofe y rechazó las ofertas de ayuda de otros países para rescatar a la veintena de tripulantes del sumergible que no murieron inmediatamente en el naufragio.
La madrugada del 13 de agosto, el submarino fue hallado en el fondo del mar, a 108 metros de profundidad, pero el Kremlin no dio su visto bueno para la operación internacional de rescate hasta cinco días después.
Según la investigación oficial, a bordo del Kursk se produjeron dos explosiones con un intervalo de dos minutos y quince segundos.
La primera detonación, provocada por una fuga de combustible en un torpedo destruyó la sala de torpedos, provocó un incendio y dañó gravemente la sala de control del submarino, que se precipitó al fondo del mar.
El incendio provocó la explosión de varios torpedos, que destruyó los tres primero compartimentos del sumergible y abrió un gran boquete en su casco.
De acuerdo con los investigadores, solo 23 tripulantes, que se refugiaron en el noveno compartimento, sobrevivieron a las dos explosiones, pero perecieron pocas horas después al agotarse el oxígeno.