Y estas cifras se reflejan en un sistema de salud sin medicamentos, infraestructura colapsada, pocos profesionales para abastecer la alta demanda y, por supuesto, un país muy enfermo.
El otro día, un conocido sufría por los síntomas de gripe, tenía que trabajar, pero un día tuvo que ir irremediablemente a consultar a IPS, no solo por el reposo, sino por los medicamentos, que cada vez cuestan más caros. Le recetaron tres fármacos, entre jarabes y pastillas, pero tenía que comprar otros tres, entre ellos codeína y salbutamol.
¿Qué hiciste?, le pregunté.
“No compre”, fue su respuesta simple y tajante.
No compró los medicamentos para tratar la influenza A porque simplemente no tenía dinero. No compró porque el sueldo no alcanza, no compró porque muchas veces uno debe decidir entre comprar un medicamento o comer.
Creo que los paraguayos a veces normalizamos estas situaciones en vez de indignarnos, simplemente nos resignamos. El conocido logró superar la etapa crítica de la influenza, no requirió internación ni otra consulta.
A veces hay que decidir entre comprar un medicamento o comer. Esa es la cruda realidad, es una realidad de la que no queremos hablar, es una realidad que curte cada día la vida de miles de paraguayos.
Por ello, las personas se endeudan para el tratamiento de enfermedades, para cirugías, para las quimioterapias, estamos en el país de las vaquitas y las polladas. En el país en qué la solidaridad es la que sostiene la salud de los paraguayos y paraguayas.
Estas crudas realidades se plasmaron hace poco en el informe “La Deuda de la salud” de Amnistía Internacional. En el informe –según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC 2022)– se calcula que solo una de cada cinco personas en Paraguay tienen acceso a la salud por el Instituto de Previsión Social (IPS), mientras que más del 70% no contaba con ningún aseguramiento, por lo que tienen que ser atendidas por el Ministerio de Salud Pública. Por otro lado, el 5.9% de la población pudo asegurarse a través de esquemas privados.
La salud es considerada como un derecho humano fundamental que está consagrada en la Constitución Nacional. Pero, finalmente son solo palabras plasmadas en tinta.
Finalmente, la salud pareciera que es un privilegio solo cuando tenemos recursos económicos para acceder a ella o solo mediante esa solidaridad que caracteriza a los paraguayos de ayudar al otro. El altruismo es lo que finalmente sostiene esta “salud inconmensurable” paraguaya. ¿Salud?