Desolador. Un desierto de neumático, botellas, plásticos y residuos de todo tipo es lo que la bajante del río Paraguay deja ver en la ribera de la zona de San Antonio, específicamente –en la ya inexistente– desembocadura del arroyo Guazú.
Toneladas de basuras fueron depositándose durante años en el río Paraguay a través del arroyo que conecta a Ñemby, San Lorenzo, parte de Villa Elisa y San Antonio. El nivel de contaminación hoy expuesta por la sequía es consecuencia de una problemática que se arrastra hace décadas, según Marcos González, de la Comisión Ribera Limpia.
Las viviendas y las fábricas de cuero ubicadas en ambas márgenes del arroyo Guazú, además de la desidia de las autoridades municipales, departamentales y nacionales fueron agravando esta crisis medioambiental, denunciaron.
Los residuos sólidos, los afluentes líquidos sin tratamientos se descargan directamente al río, según González. Hace más de 20 años este activista trabaja fuertemente por la recuperación de la ribera, denunciando a la vez, junto a otros sanantonianos, la contaminación de del lugar que otrora ofrecía un paisaje maravilloso a los visitantes de esta ciudad.
A lo largo de 300 metros de la ribera del río Paraguay se puede notar cientos de neumáticos de todos los tamaños enterrados en la arena, cubiertos de mejillones, además, enormes bolsas de carriteros se encuentran enterradas en el arenal.
Basta con adentrarse un poco hacia el río para sentir el fétido olor y la coloración que deja los tintes de las fábricas textiles de los alrededores.
Extremos. Primero la crecida causó problemas y luego la sequía, los extremos bien marcados.
González comentó que en marzo inició una tarea de limpieza con alumnos de distintos colegios, pero en la semana calendarizada para activar más, se tuvo que parar por la crecida.
El festival de pira caldo se realizó en el lugar. Todo el sector estaba recuperado gracias a la limpieza que realizan los voluntarios, pero con las lluvias, todo el caudal de basura que se arroja en el cauce del arroyo viene a parar al río. “Las autoridades nunca velaron por la riqueza natural que teníamos”, sentenció.
Estamos pagando muy caro por la desidia. Sin darnos cuenta el daño que se hace el medio ambiente es irreversible. Marcos González, activista.