02 may. 2025

San Francisco

De él tomó el nombre con el que se lo conocería mundialmente. Jorge Mario Bergoglio, cuando fue electo Pontífice, lo tenía cerca al cardenal brasileño Cláudio Hummes, quien le susurró: “No te olvides de los pobres”. Entonces, el argentino pensó en San Francisco de Asís. Vatican News rememora que “el propio Francisco lo reveló a los periodistas con los que se reunió el 16 de marzo de 2013”. “Tenía a mi lado al arzobispo emérito de São Paulo y también prefecto emérito de la Congregación para el Clero, el cardenal Cláudio Hummes: ¡Un gran amigo, un gran amigo! Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me consolaba. Y cuando los votos llegaron a los dos tercios, se produjeron los habituales aplausos, porque el Papa había sido elegido. Y me abrazó, me besó y me dijo: ‘¡No te olvides de los pobres!’. Y esa palabra entró aquí: los pobres, los pobres. Entonces, inmediatamente, en relación con los pobres, pensé en Francisco de Asís”.

El papa Francisco se ocupó y preocupó por la Madre Tierra, esa que estamos destruyendo a pasos agigantados, creyendo que posee recursos interminables. Buscó que hiciéramos más, alentando con su encíclica Laudato si’, “sobre el cuidado de la casa común”. “Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”, escribió en la carta.

Trabajó por los desposeídos, por hacer un poco más en una institución milenaria, en una Iglesia santa y pecadora. Pidió la paz en incontables ocasiones, en momentos en que la carrera armamentista está en auge, con más guerras, como si fuera que no hubiéramos tenido conflagraciones internacionales de las cuales haber aprendido que la violencia es el peor camino.

El obispo de Roma nos instó a ser amigos en esa hermosa Fratelli tutti, dedicada a “la fraternidad y a la amistad social”. Esa falta de ellas es la que también contribuye a los males de este mundo. Vivimos mayormente aislados, en una sociedad que exalta el individualismo, que prefiere ignorar las nefastas consecuencias que están produciendo las drogas, que opta por seguir enriqueciéndose a costa de la venta de armas en lugar de apostar por la paz. Es la cultura del relativismo moral, donde los ancianos y enfermos son rechazados y olvidados, donde no cuidamos a los niños como deberíamos. Ese era el dolor del Santo Padre.

Sepultado el sábado 26 de abril, una fecha significativa para nuestro país, cuando recordamos el Día del Periodista Paraguayo. A propósito de ella, no quería dejar pasar un extracto de las palabras del papa Francisco en la LIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en enero pasado: “En nuestro tiempo, marcado por la desinformación y la polarización, donde pocos centros de poder controlan un volumen de datos e informaciones sin precedentes, me dirijo a ustedes convencido de cuán necesario –hoy más que nunca– sea su trabajo como periodistas y comunicadores. Su valiente compromiso es indispensable para poner en el centro de la comunicación la responsabilidad personal y colectiva hacia el prójimo”.

Y añadía: “Hoy en día, con mucha frecuencia, la comunicación no genera esperanza, sino miedo y desesperación, prejuicio y rencor, fanatismo e incluso odio. Muchas veces se simplifica la realidad para suscitar reacciones instintivas; se usa la palabra como un puñal; se utilizan incluso informaciones falsas o deformadas hábilmente para lanzar mensajes destinados a incitar los ánimos, a provocar, a herir”. Por la justicia social, con esperanza, sin descansar, ánimo al periodismo. Esta noble tarea corre peligro más que nunca, pero sí se puede.

¡Feliz semana!

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