Me incluyo en el grupo de las personas que tiene una “lista de deseos” que incluye definiciones, acciones, políticas y hoja de ruta que me gustaría el nuevo presidente lleve adelante, sobre todo, en el ámbito de las tecnologías. Por decir algunos: La simplificación de trámites ciudadanos, la disponibilidad de datos abiertos a todos los interesados, la implementación de infraestructura para que todas las instituciones públicas estén interconectadas, la puesta en marcha de sistemas de información públicos y muchos otros temas que ayudarán a “estar mejor”.
Pero reflexionando un poco, me doy cuenta de que solo llenar la lista de “hay que” no ayuda mucho, pues las prioridades, presupuestos, equipos de trabajo, etc., no se manejan como queremos. Por eso, creo que es bueno, más que pedir, hacer nuestra parte. Acá va una lista que puede ayudar a que muchas cosas pasen:
1) Unirnos a grupos de la sociedad civil, de acuerdo con nuestros intereses, tales como cámaras, asociaciones, grupos corporativos donde podamos incidir con más fuerza, aportar acciones que den soporte y muestren el camino que nos interesa.
2) Entrar a las páginas y portales de las instituciones, asegurarnos de que tienen información pertinente, oportuna, actualizada, requerir que se agreguen trámites que eliminen la presencialidad, los papeles y que además nos den información sobre nuestros trámites, pidiendo indicadores de tiempos y plazos que se deban cumplir.
3) Para las instituciones que ya ofrecen trámites, usarlos, pues es la forma de premiar a los que entienden que hay un Paraguay con ciudadanos digitales.
4) Reclamar y exigir datos abiertos, pues la información pública no sensitiva debe ser anonimizada, pero abundante, detallada, actualizada para que sea leída, procesada, compartida y expuesta a la ciudadanía. La academia y la ciencia deben tener acceso a esta información para gestionar el conocimiento que esta información trae, encontrar impacto positivo o negativo de la aplicación de políticas públicas y generar información de tendencias que permitan a la población informarse y generar opinión.
Un ejemplo de datos abiertos es la asistencia docente, si esta existiera por escuela, por día, por aula, sin dar nombres, pero sí datos de asistencia, la ciudadanía podría saber en qué escuela la inasistencia es alta o en qué ciudades tienen la mejor asistencia. Aunque no se sepa el nombre del docente o el director, se podrían sacar indicadores públicos de alto valor sobre las causas de ausentismo.
5) Apoyar el uso de los sistemas interoperables del Estado para evitar que una institución nos pida certificados, fotocopias o datos que ya tiene, sea de la misma institución o de otra. Un ejemplo de esto es que en la escuela no nos pidan los certificados de vacunación o de nacimiento, pues ya existen en el Ministerio de Salud o en el Registro Civil, por lo que estas instituciones deben dar disponibilidad al Ministerio de Educación. Importa un sistema de intercambio de información administrado por el Ministerio de Tecnologías y Comunicación.
Las tecnologías sin procesos no sirven, pero la oferta de procesos digitales sin ciudadanos usuarios tampoco sirve. Si nos convertimos en consumidores activos de la oferta digital y de datos de nuestro gobierno, estaremos generando los incentivos para que la transformación digital y el gobierno electrónico crezcan, lo que hará además que esto sea una gran herramienta contra la corrupción. La digitalización deja trazabilidad, huellas y responsables.
El control ciudadano responsable crea los mecanismos de difusión basados en datos reales, evitando así sesgos o información tendenciosa. Ojalá todos hagamos esta semana este ejercicio de ciudadanía digital responsable.
* Comentario publicado en la edición impresa de Última Hora.