Imágenes reales de ese tour, con nombre homólogo al título del largometraje, se entremezclan con entrevistas actuales de personas que formaron parte de él, incluido el propio premio Nobel de Literatura, en este documental dirigido por Martin Scorsese que estrena este miércoles Netflix.
Después de ocho años sin subirse a un escenario, Bob Dylan reunió en 1975 a un generoso y ecléctico grupo de artistas para acompañarle en su regreso a las tablas, en una gira que abarcó 57 conciertos por Estados Unidos y Canadá.
Aunque podrían haber llenado estadios enteros, Dylan y sus músicos y amigos, entre los que se encontraban Joan Baez, Bob Neuwirth o Roger McGuinn, se decantaron por actuar en salas pequeñas.
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Una decisión que les llevó a que la gira, en palabras pronunciadas por el propio Dylan en el documental, fuera un “fracaso” en términos económicos, aunque no así en el recuerdo que el poeta mantiene de ella.
Más de cuatro décadas han pasado de esa aventura durante la cual el genio musical escribió una de sus canciones más famosas y aclamadas, Hurricane (Huracán), inspirada en la historia del boxeador Robin Huracán Carter, que no ha vuelto a cantar en directo desde 1976.
El propio Carter, fallecido en 2014, aparece en la película para alabar la figura de Dylan, quien popularizó su caso gracias a una de las pocas canciones protesta que escribió en la década de los setenta.
“Aquí llega la historia del huracán/El hombre al que culparon las autoridades/Por algo que nunca hizo”, relató el estadounidense sobre el encarcelamiento del deportista, culpado de un triple asesinato en sendos juicios celebrados en 1967 y 1976, aunque en 1985 la condena fue anulada.
El documental muestra cuando Dylan fue a visitar al boxeador a la cárcel y recoge declaraciones de Carter en las que asegura que Bob “estaba siempre buscando algo”. Afirmación que, sin embargo, Dylan matiza cuando dice que “la vida no va sobre encontrarte a ti mismo o encontrar nada; la vida va sobre crearse a uno mismo”.
Y el artista no solo consiguió este último objetivo, sino que construyó una leyenda tal, que en 2016 se consagró como el primer músico en la historia en ganar el Premio Nobel de Literatura.
Cuarenta años antes de alzarse con esa distinción, Dylan, con la cara pintada de blanco como hizo en buena parte de las actuaciones de la gira Rolling Thunder Revue, ya apuntaba maneras de ídolo.
En la cinta puede apreciarse ese halo de misterio y de superioridad solo propio de los genios y la profunda admiración que sentían por él todas las personas que le rodeaban, que le consideraban una suerte de dios terrenal de la música.
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Uno de los momentos más surrealistas de la producción viene de la mano de la actriz Sharon Stone, a la que el artista invitó a ver un concierto desde el backstage, y ella interpretó que le había dedicado la canción Just like a woman (Como una mujer).
Sharon rememora cómo se puso a llorar pensando que esos versos dedicados a una joven que “hace el amor igual” que una mujer adulta se habían escrito para ella, hasta que le dijeron que la melodía se había creado diez años antes.
El documental tampoco deja de lado el componente social y refleja la convulsa situación de Estados Unidos en paralelo al transcurso de la famosa gira.
Se trata de la segunda vez en la que Scorsese se adentra en el género documental para contar parte de la historia de Dylan, como ya hiciera en 2005 con No Direction Home (Sin dirección a casa), en el que exploró su polémica transición del folk acústico al rock.