21 nov. 2024

Se acaba el humo del tren

Viajar en tren es una experiencia única. Cuando era niño (casi 50 años atrás), mis padres me trajeron hasta la Estación Central del Ferrocarril Carlos Antonio López para ver la emocionante partida del tren (una locomotora a leña) que iba de Asunción a Encarnación. Sencillamente, quedé maravillado en esa oportunidad y ganas de subir al famoso medio de transporte no me faltaron.

Nunca pude concretar un viaje en el tren local a leña, pero gracias a una invitación del Gobierno del Japón, a principios del año 2000, tuve la oportunidad de viajar en el tren de alta velocidad (Shinkansen), al igual que en los trenes subterráneos.

Sé que no hay punto de comparación entre el desarrollo de los trenes en el país nipón y Paraguay, pero comentábamos con algunos connacionales lo interesante que sería tener por lo menos un 5% de toda la red de servicios ferroviarios que tiene Japón. Se solucionarían cientos de problemas en lo relacionado al transporte de cargas y pasajeros.

Sin embargo, la realidad del Paraguay es muy distinta. Desde la década de los años 90 prácticamente ya no tenemos servicio de tren, y pese a que se hicieron varios intentos por reactivar el servicio entre Asunción y Luque, las pruebas de servicios duraron poco tiempo debido al riesgo que representaba mover las viejas locomotoras sobre los rieles en un estado lamentable.

Propuestas para reactivar el tren nunca faltaron, pero ninguna prosperó hasta ahora. El último intento fue el proyecto Tren de Cercanías, que contaba con el apoyo técnico y financiero del Gobierno y empresarios de Corea. Pareciera que todo estaba listo. Que solo faltaba el OK final para dar inicio a la construcción de las nuevas vías del tren desde Asunción hasta Ypacaraí, con una inversión estimada de casi 600 millones de dólares.

Sin embargo, ya cuando parecía que solo falta decir el “sí, quiero” , Corea hizo un nuevo planteamiento que a criterio de los técnicos locales eran impracticables y restaba toda factibilidad al Tren de Cercanías, el Gobierno no tuvo otra opción más que romper el contrato y dejar todo sin efectos y volver a foja cero.

Hay que recordar que para desarrollar el proyecto con el apoyo coreano se promulgó una ley especial y específica, cuestionada en su momento, por lo que para abrir un nuevo capítulo en torno al tren se requiere de otra ley para llamar a una licitación.

El Gobierno prometió enviar un nuevo proyecto de ley al Congreso para tratar de poner nuevamente sobre carril el proyecto del tren.

Si bien el Gobierno se mostró muy seguro de poder seguir con el proyecto de transporte ferroviario, no dio muchos detalles de cómo piensan encarar ahora, lo que a su vez genera nuevas dudas. Pareciera que no hay una idea clara del camino a seguir, y solo se ensayarán algunas ideas a ver si cuál de ellas tiene mayor probabilidad de concretarse.

Ocurre que para encarar el proyecto se requiere de una participación millonaria de empresas privadas y también el Gobierno debe realizar un fuerte apoyo.

También se deben realizar los estudios de factibilidad y rentabilidad para determinar si se podrá recuperar el dinero invertido y si los ingresos cubrirán los costos operativos o si requerirá de un subsidio estatal permanente.

En un cálculo rápido, si el proyecto demanda 600 millones de dólares para un trayecto de alrededor de 50 kilómetros. El costo por kilómetro supera los 10 millones de dólares. A esto hay que sumar el costo operativo y las amortizaciones. La pregunta que surge es si el tren moverá tanta cantidad de pasajeros por día para recuperar la inversión y, al mismo tiempo, cubrir los gastos para la operación. Caso contrario, el Estado debe asumir un gasto anual para mantenerlo activo.

Por ahora, no hay proyecto de tren, lo que tanta ilusión generó en un momento se esfumó en poco tiempo, aunque muchos ya veían venir este triste desenlace. Solo resta esperar que el nuevo proyecto no sea un fiasco más.

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