Las costas del lago Ypacaraí, en las playas municipales del distrito del mismo nombre y en Areguá, fueron ganadas por pastizales. La apariencia, además del agua turbia, advierte que en este periodo de verano las condiciones para el baño nuevamente están lejos de ser recomendable.
A pesar de la imponente vista y la brisa acogedora que se percibe, el agua contaminada crea un penoso contraste en estos espacios turísticos donde la concurrencia empieza a aumentar por la temporada.
En el caso de la playa municipal de Areguá, en la costa incluso se observan residuos dispersos. “Los comerciantes somos los que mantenemos limpio este sector, al menos, a la costa de la playa no le hacen caso”, manifestó una vendedora del lugar.
En el predio, a modo de contrarrestar el mal estado del agua para bañistas, existen varias actividades ofrecidas a los visitantes por parte de distintos comerciantes. Como el paseo a caballo y el parque infantil para mantener entretenido a los chicos.
También existen puestos de ventas de artesanías, bebidas como jugos y tereré, además de postres hechos de frutilla, la tradicional fruta que producen en la ciudad.
Los visitantes no dejan de acudir al lugar porque la vista, un largo cuerpo de agua rodeada de serranías, crea una perfecta armonía para el espectador.
En la playa municipal de Ypacaraí también buscan compensar el deterioro del cauce con los espacios de descanso y parque infantil bajo la tupida sombra que ofrecen las vegetaciones del sitio.
Sin señales. La última vez que la Comisión Nacional de Gestión y Manejo del Lago Ypacaraí y su Cuenca (Conalaypa) realizó reportes públicamente fue en el mes de julio. Desde el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), que lidera la comisión, no dieron retorno ni informaron si existen nuevos representantes para conocer los trabajos actuales.
En el último informe, tres meses atrás, habían indicado que a tres años de la implementación del proyecto Dique de Geobolsas se logró la restauración natural del ecosistema de la embocadura del río Salado.
“Con la regulación del caudal de salida y un aceptable nivel del agua, hemos logrado la restauración de los humedales naturales que cumplen una función clave para la regulación de los niveles y la calidad del agua”, señalaba parte del comunicado.
Sin embargo, la tarea aún es larga ante la falta de suficientes obras de alcantarillado sanitario en toda la cuenca. Las permanentes descargas desde distintos frentes generaron el alto nivel de contaminación al que llegó el lago, hasta el punto de teñirse de verde por la floración de cianobacterias, que son las algas tóxicas alimentadas por los contaminantes depositados en el cuerpo de agua. La aparición de estas algas en la superficie es favorecida sobre todo con las altas temperaturas que se registran en el país.
Inconsciencia. En el verano anterior, desde Conalaypa habían denunciado sobre las descargas directas de efluentes cloacales del sistema de alcantarillado sanitario en San Bernardino, sitio con alto número de quintas familiares. Reportaron además que presentaron las denuncias ante el Ministerio del Ambiente, Ministerio Público y Essap, pero no había avances.
Por otro lado, a pesar de las recomendaciones sanitarias de evitar el lago para el baño, de igual manera, en cada temporada de altas temperaturas se observa a adultos y a niños sumergirse a las aguas turbias, contaminadas por coliformes fecales y desechos industriales, buscando aplacar el infernal calor paraguayo.