16 nov. 2024

Se debe detener la pandemia de violencia contra las mujeres

Los feminicidios en el Paraguay no disminuyen, y se debe asumir que estamos ante una “pandemia ignorada”, como la denomina Naciones Unidas. La situación es una emergencia sanitaria y como tal debe ser contenida. No alcanzan las leyes y las altas penas para los asesinos si el Estado no puede proteger a las víctimas y a la población en general. El reciente caso demuestra que el sistema de control de los violentos no funciona. Hoy, además de la violencia urbana de cada día, la sociedad está expuesta a la indiferencia de las instituciones.

Katia Monserrath Brítez Torres, de 20 años, llegó a su casa, en Lambaré el domingo temprano en la mañana. En las inmediaciones la esperaba su ex pareja, Osvaldo Zaracho, quien, supuestamente, la habría atropellado varias veces con su vehículo. El atacante también atropelló el vehículo del amigo que había trasladado a la joven a su domicilio. Katia fue arrollada al menos cinco veces y falleció en el hospital. Osvaldo Zaracho, de 21 años, está imputado por presunto feminicidio y se expone a una pena de 30 años de cárcel.

Paraguay cuenta con dos leyes contra la violencia machista y para garantizar el derecho a una vida libre en igualdad, las leyes 1600 y la 5777. Ambas son muy necesarias, sirven para visibilizar los feminicidios y sobre todo para diferenciarlos de otros hechos violentos. Hay avances, pero cuando llega el momento de aplicar el castigo significa que ya es tarde, muy tarde, porque hay una mujer muerta, niños huérfanos y una familia destruida.

En el caso de Katia Brítez, falló el mecanismo de protección de parte del Estado. El supuesto agresor, Osvaldo Zaracho, tenía arresto domiciliario por una causa de violencia familiar contra la misma joven, en febrero había sido imputado por violencia familiar, y con arresto domiciliario. El supuesto asesino de Katia no solo actuó con un alto grado de crueldad sino que, y de acuerdo con el relato de la fiscala del caso, actuó con bastante premeditación, burlando las medidas impuestas por las mismas autoridades.

Este caso remite nuevamente a la aplicación de la ley que establece el uso de dispositivos electrónicos, pulseras o tobilleras, que está en vigencia desde 2017, pero que no ha sido implementada. Las nuevas autoridades aseguran que están trabajando en la reglamentación de esta ley; así como también la reactivación de una Mesa Interinstitucional de Prevención de la Violencia contra la Mujer, integrada por varios ministerios.

Hoy nuestro país lamenta a su víctima de feminicidio número 25. Pese a nuestra legislación, que establece severos castigos no se ha podido poner freno a esta pandemia; faltan las respuestas. Nuestras autoridades saben que, según una encuesta del INE, el 78,5% de mujeres de 18 años y más han pasado por algún tipo de violencia, al menos una vez a lo largo de su vida. Pero, al mismo tiempo, sus discursos se divorcian de la realidad cuando reducen cada año el presupuesto asignado al Ministerio de la Mujer.

El esfuerzo por erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres, y en general la violencia presente en la sociedad, deberá ser conjunto e involucrar a las instituciones del Estado. Es inaceptable que se motive a las personas que sufren algún tipo de agresión que hagan la denuncia cuando desde las instituciones ni se logran resultados ni son capaces de ofrecer protección real a las víctimas.

Es importante asimismo para la sociedad encontrar espacios para el debate y conocer que, como señalaba la sicóloga Lourdes Ostertag a ÚH, que “Los hombres violentos no son enfermos mentales”, son personas funcionales con la idea de que la mujer es una propiedad y por eso piensan que pueden hacer lo que desean con ellas, pues las consideran una propiedad. El feminicidio responde a una cuestión estructural y cultural, pues vivimos en un sistema que acepta las conductas machistas, subestima y degrada a las mujeres.

Se deberá, pues, reforzar la estrategia y la lucha contra toda forma de violencia en varios frentes: con funcionarios mejor capacitados y estructuras que ofrezcan respuestas más eficientes y, al mismo tiempo, seguir trabajando a nivel de la educación, que es una de las claves para construir una sociedad respetuosa con todos sus miembros y que sea capaz de reconocer a todos como personas con derechos y dignidad.

Más contenido de esta sección
Un proyecto que buscaba modificar el Código Penal para evitar que los casos de corrupción prescriban en la Justicia fue rechazado por los diputados y enviado al archivo. Se buscaba endurecer las penas, ampliar el universo de tipos penales, extender plazos para la prescripción y endurecer criterios de medición de la pena para delitos de corrupción pública y privada, con énfasis en la corrupción cometida por funcionarios públicos. El rechazo de esta propuesta parece una verdadera declaración de intenciones.
Mientras el ex diputado colorado Juan Carlos Ozorio opera para obtener una medida sustitutiva a la prisión, la Cooperativa San Cristóbal, de la que fue presidente, siente las devastadoras consecuencias de haber sido una entidad a través de la cual, presuntamente, se puso en circulación el dinero proveniente del tráfico ilegal de drogas. Perdió la confianza y a miles de socios. Es un ejemplo de lo que les sucede a las instituciones cuando falta fiscalización. Si no mejoran los controles, este caso se volverá a repetir, con los mismos funestos resultados.
El hecho de que la mayoría oficialista del senado haya retrocedido en la barbaridad cometida cuando devolvió fueros a senadores previamente desaforados que están siendo investigados por la Fiscalía, puede verse como que enmendaron un error. Sin embargo, una acción que significó el atropello a la Constitución Nacional no debe quedar impune. Los 23 senadores que votaron por devolverle los fueros a Erico Galeano, Hernán Rivas y Rafael Filizzola, deben ser investigados, pues en un estado de derecho nadie está por encima de la ley.
Hace unos días, fue intervenida una estancia en Fuerte Olimpo, Alto Paraguay, y en el lugar fueron detenidas diez personas de cuyo poder incautaron fusiles AR47 y una avioneta Cessna, además descubrieron una pista clandestina que habría pertenecido a la estructura liderada por el supuesto narcotraficante uruguayo Sebastián Marset y al presunto líder de tráfico de drogas, Miguel Ángel Insfrán, alias Tío Rico. Resulta insostenible la falta de control del espacio aéreo nacional, ante la impasividad o complicidad de las autoridades.
Aproximadamente, unos 1.300.000 niños y adolescentes paraguayos retornaron a clases en los establecimientos educativos públicos hace unos días, y el escenario que hallaron muchos de ellos ha sido el de una infraestructura deficiente y precariedades. A pesar de que la Constitución Nacional consagra el derecho a la educación, frente a la realidad a la que asistimos, parecen apenas palabras vacías de significado debido a la ceguera de nuestros líderes políticos para anteponer los intereses de la mayoría y apostar por el presente y el futuro del país.
El acceso de los niños a alimentos adecuados y saludables es esencial para garantizar su bienestar físico, intelectual y social. Los programas de alimentación escolar han formado parte de la política educativa desde hace más de un siglo y permanecen en la actualidad, independientemente del nivel de desarrollo de los países y de los ingresos de los hogares. Pero en todos los países el programa se ha planteado de manera integral y tiene alto consenso social. Paraguay no puede ser una excepción. Los cambios planteados solo generaron conflictividad, a la vez de que no garantizarán mejoras sustanciales.