Paolo Groppo, doctor en ciencias agrarias, habló de las experiencias de países en los que se ejecutó un plan de reforma agraria y destacó que lo primero que Paraguay debe hacer es reconocer la importancia de cada sector, tener una visión a la que se quiera llegar y trabajar en base a eso para lograr resultados en este campo.
El especialista, traído por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), indicó que “un país dividido entre grupos que no quieran hablarse porque cada uno ve en el otro un interlocutor poco creíble no puede pensar de ir muy lejos”. Y añadió que de continuar en esta línea, Paraguay perderá tiempo sin resultados beneficiosos.
Groppo propuso un triángulo conformado por empresarios, campesinos y la vuelta del Estado. En ese sentido destacó que el Estado debe ser confiable, transparente y profesional dejando de lado el paternalismo. “Debe volver a asumir sus responsabilidades.”
Además señaló que fueron pocos los países en los que se implementó un política de reforma agraria logrando el éxito. Los pocos que se conocen de los únicos grandes intentos de reforma agraria son los que han sido impuestos por Estados Unidos en Japón y Corea además de Italia, según Groppo.
En ese sentido destacó que no existe un patrón a seguir, sino que todo varía según el contexto y factores que influyan para el desarrollo y posterior ejecución de una reforma.
En otro momento destacó también la importancia de la capacitación y formación constante del sector productivo del país. “Se los debe considerar ciudadanos activos y no sujetos de reforma agraria”, mencionó.
Expresó también que transformar a un sintierra en un agricultor tiene un costo. “El know how (conocimiento previo), la capacidad, lo que significan lo sistemas de producción, el cómo entrar al mercado, los controles de calidad, el packaging (embalaje), el nivel de conocimiento es casi de un doctorado, no es una cosa que de la noche a la mañana se pueda hacer”, refirió.
SOBRE AGRICULTURA FAMILIAR
Paolo Groppo mencionó también la importancia de crear una política de apoyo a la agricultura familiar, dentro de todo este proceso.
“Aparte de la política de reforma agraria se debe pensar en una política de apoyo a la agricultura familiar”, indicó.
Agregó que el sector de la agricultura familiar no es solo el de los campesinos más pobres y de los sintierras, sino también de los pequeños y medianos productores que no necesariamente están reunidos en gremios o se los reconoce en las organizaciones campesinas, “y que no tienen el hábito a gritar en la calle, que no es revolucionario pero es un sector que puede aportar mucho”.
Planificación. El experto señaló además como recomendación la necesidad de tener una visión de lo que se quiera alcanzar, es decir, planificar el trabajo a largo plazo para que se puedan analizar los avances o retrocesos que puedan darse durante el desarrollo del plan.
Lograr un triángulo de trabajo entre campesinado, empresarios y Estado, además de la transición de sintierras a productores mediante una política de agricultura familiar son los pasos para una reforma agraria, asegura.